Después que el agricultor Ricardo Postigo denunció públicamente la contaminación del río Chili y sus campos agrícolas con aguas residuales, la empresa minera Cerro Verde comenzó a enviarle cartas notariales. A pesar de las pruebas existentes como una tubería subterránea por donde discurren estos residuos, la compañía intenta deslindar su responsabilidad.
“Me enviaron cartas notariales pidiendo que me rectifique. Me están tildando de mentiroso por eso es que vuelvo a denunciar estos hechos. Había un compromiso de compra y venta del terreno por los perjuicios causados. Pero ahora se están echando para atrás y encima me quieren intimidar”, declaró a Revelación.pe.
El agricultor señaló que en un principio Cerro Verde señaló que la conexión subterránea pertenecía a la empresa Sedapar. Sin embargo, la empresa prestadora de servicios de agua potable y alcantarillado respondió a través del oficio N° 051-2024/S-33000 descartó que haya instalado la tubería.
“En los archivos operacionales, así como de los proyectos que ha realizado Sedapar, no se ha podido identificar que la tubería a la que se hace referencia y que se encuentra en el predio la haya instalado Sedapar. Consecuentemente, desconocemos la información que al respecto le ha proporcionado Cerro Verde. Por tanto, no podemos asumir ninguna responsabilidad que ponga en riesgo el medio ambiente o la contaminación de este predio”, dice el documento enviado por la minera al agricultor.
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Por décadas
La contaminación en la propiedad de Postigo se originó, según relató, por el desagüe proveniente del cuartel militar de Tiabaya. Esas aguas servidas inundaban su terreno agrícola desde hace 8 décadas. Este flujo constante de residuos deterioró tanto el suelo como el agua, haciendo que la producción agrícola sea inviable.
La planta de tratamiento La Enlozada, gestionada por Cerro Verde, funciona desde hace más de 10 años. Pero el sistema de desagüe del cuartel no fue incluido en el tratamiento, perpetuando la contaminación y afectando el ecosistema del río Chili.
Hasta julio del año pasado, las aguas contaminadas de los residuos del cuartel de Tiabaya caían por grandes chorros directamente hacia sus terrenos agrícolas. Estos lucían como un pantano con heces, dejando estos predios inertes para el cultivo y la agricultura. Luego, estos residuos desembocaban al cauce del afluente.