En un llamado urgente y sin precedentes, científicos de toda América suscribieron el “Manifiesto de Sucre 2025” durante el Quinto Congreso Internacional del Cóndor Andino, realizado en Bolivia. El documento exige a los gobiernos de Sudamérica actuar con firmeza para evitar la extinción del cóndor andino, especie emblemática de los Andes y clave en los ecosistemas altoandinos.
El biólogo Víctor Gamarra-Toledo, del Museo de Historia Natural de la UNSA, explicó que el manifiesto expresa una “profunda preocupación” por la disminución acelerada de la especie. En el Perú, solo quedarían entre 400 y 450 ejemplares, con Ayacucho y el Valle del Colca como principales refugios. Esta cifra, basada en el único censo nacional, podría estar subestimada.
El documento identifica múltiples amenazas. El envenenamiento de carroñas es la causa principal de muerte. Aunque los cóndores no atacan ganado, muchos mueren por consumir animales envenenados, una práctica común en zonas rurales. A esto se suman la caza por represalia, el tráfico ilegal de plumas y la pérdida de hábitat por expansión minera y agropecuaria.
También preocupa el crecimiento de la infraestructura. Parques eólicos mal ubicados y líneas eléctricas sin protección generan colisiones mortales. El manifiesto exige evaluaciones ambientales rigurosas y tecnologías que eviten daños a la biodiversidad. Reclama, además, el fortalecimiento de corredores biológicos y zonas protegidas.
Los firmantes denuncian la falta de políticas efectivas y sanciones ejemplares. A pesar de que existen leyes, la impunidad predomina. No hay fiscalización real ni protocolos de respuesta ante envenenamientos masivos. El texto pide declarar al cóndor como especie prioritaria en todos los países andinos, con protección legal y presupuestos específicos.
Finalmente, el manifiesto resalta la necesidad de educación ambiental permanente y cooperación internacional. El mensaje es claro: sin acción inmediata, el cóndor andino podría desaparecer de nuestros cielos. Salvarlo no solo es vital para la naturaleza, sino también para la identidad cultural de los pueblos que lo veneran desde tiempos ancestrales.