Entre llanto y reclamos, la familia de Ariana Y. P., una niña de 9 años atropellada mortalmente en Paucarpata, exige justicia y cárcel para el conductor Zenón Jaramillo Condori. Este manejaba en estado de ebriedad y con la licencia suspendida desde 2019. La menor fue arrollada junto a su madre cuando regresaban a casa tras una misa. El chofer intentó huir y causó más peligro antes de ser detenido. El caso ha generado indignación en la ciudad y la familia teme que el agresor, por su edad y presuntos vínculos con la Policía, logre evadir la prisión. Exigen que no quede impune.

El trágico hecho ocurrió el jueves 1 de mayo, cuando Ariana y su madre Rosa Peralta cruzaban la intersección de Túpac Amaru con Miguel Grau, en Paucarpata. El vehículo V5L-679, conducido por Zenón Jaramillo, las embistió brutalmente. Tras el impacto, el hombre intentó escapar y casi atropella a otras dos personas en su fuga. Finalmente, se estrelló contra un árbol a dos cuadras y fue detenido por la Policía. El dosaje etílico reveló 1.48 gramos de alcohol por litro de sangre, casi el triple del límite legal. La licencia de Jaramillo estaba suspendida desde 2019 precisamente por conducir ebrio.

La familia denuncia que el conductor mostró desprecio por la vida de Ariana incluso después del accidente. “Solo le importaba su auto, no la niña”, dijo su tía Verónica. También acusaron que, al momento de ser intervenido, Jaramillo amenazó a los testigos. El temor crece porque aseguran que el conductor tendría hijos policías y podría recibir un trato favorable. Por eso, piden que se garantice una investigación imparcial y una sanción ejemplar.

El abogado de la familia, Luis Alberto Lipa, aseguró que existen elementos suficientes para pedir prisión preventiva. “La reincidencia, el intento de fuga, los antecedentes y el dosaje etílico hacen que este caso no deba tratarse con indulgencia. La pena mínima supera los cinco años”, precisó. Afirmó que se presentará el pedido de prisión en las próximas horas, esperando que el Poder Judicial actúe con firmeza.

Mientras tanto, los restos de Ariana son velados en medio del dolor familiar. “Una vida se apagó por culpa de alguien que nunca debió estar manejando”, lamentan. La familia espera que su clamor se escuche y que este caso marque un precedente en la lucha contra la impunidad en accidentes provocados por conductores ebrios.