El mandatario ruso justifica el uso de armas avanzadas como respuesta a las acciones de países que apoyan militarmente a Ucrania, encendiendo alarmas internacionales.

El presidente ruso, Vladimir Putin, declaró que Rusia tiene «derecho» a atacar instalaciones militares de países que proporcionen armas a Ucrania. Este pronunciamiento refuerza la percepción de una escalada en el conflicto, al cual Putin describió como una guerra de carácter global, señalando a Estados Unidos como responsable de desestabilizar el balance estratégico tras abandonar el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF) en 2019.

En un ataque reciente, Rusia empleó el misil hipersónico Oreshnik para impactar instalaciones en Yuzhmash, Ucrania. Este misil, que opera a velocidades de hasta Mach 10, es considerado invulnerable frente a los sistemas de defensa antiaérea actuales. Aunque su uso fue sin carga nuclear, el acto marca un punto de inflexión en el uso de armas avanzadas por Moscú.

Putin justificó el lanzamiento del Oreshnik como una respuesta a los supuestos planes estadounidenses y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte de desplegar misiles en Europa y Asia-Pacífico. Según el mandatario, estas medidas buscan contrarrestar lo que perciben como una amenaza directa a la seguridad rusa.

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Por su parte, Ucrania denunció el lanzamiento de un misil balístico intercontinental contra su territorio, aunque las fuentes rusas aseguran que se trataba de un proyectil sin ojiva nuclear. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, criticó el acto como parte de una «estrategia militar de intimidación».

Reacciones internacionales condenaron el ataque. El ministro británico de Defensa calificó el lanzamiento como una clara preparación de Rusia para una nueva fase de agresión. Mientras que el portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, expresó profunda preocupación e instó a una desescalada urgente para proteger a civiles e infraestructura.

El empleo de tecnología militar avanzada como el Oreshnik no solo exacerba el conflicto, sino que introduce nuevas variables en la dinámica internacional. Las potencias globales enfrentan ahora el reto de contener una escalada que podría redefinir los límites del enfrentamiento bélico moderno.