Arcamet es una empresa familiar dedicada a la confección de uniformes corporativos con los más finos acabados. Su trabajo al detalle abarca desde trajes para ejecutivos hasta mamelucos.
Las puntadas a hilo y aguja unen tejidos, pero también pueden unir sueños y personas. Eso es lo que ha pasado con María Evangelina Arapa Campos, una mujer de manos habilidosas que comenzó su travesía en el mundo de la sastrería. O lo que ella llama: el arte de vestir a medida. Hoy, junto a la empresa que fundó Arcamet SAC, confecciona uniformes corporativos de todos los tamaños y modelos.
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El inicio de su historia
Desde hace dos décadas, en un rincón de su casa, María Arapa se provisionaba con una aguja y un dedal para remachar prendas de vestir, sin imaginar que su talento podría ir más allá de las cortinas de su hogar. Su única propaganda era un cartel hecho a mano con la siguiente inscripción: “Modas y confecciones”. Con el tiempo, el eco de su primera máquina de coser profetizaba el nacimiento de un sueño que no solo vestiría a personas, sino también envolvería nuevas aspiraciones.
“Empecé con un letrero en la ventana de mi casa. Comencé haciendo arreglos a las prendas de vestir de los vecinos. Poco a poco fueron pasándose la voz y cada vez tenía más clientes”, cuenta Maria desde su taller ubicado en la calle Los Claveles, en el distrito de Paucarpata.
Como quien borda puntada a puntada un retazo de tela, la empresaria aprendió formalmente el arte de la confección. Ingresó a un Centro de Educación Ocupacional (Ceo), donde tuvo el privilegio de formarse con el experimentado sastre Víctor Yauri Capa. Bajo su tutela, perfeccionó su técnica, aprendiendo los secretos de los finos acabados, esos detalles casi invisibles que convierten una prenda común en una obra maestra. Cada hilo, cada corte y cada costura se convirtió en una extensión de calidad.
“No existe una escuela de sastrería en Arequipa. Todo es práctico y eso lo aprendí de mi maestro (Víctor Yauri). Trabajé un mes gratis para perfeccionar mi técnica. Fue un completo sacrificio porque tenía que aprender y no dejar pasar esa oportunidad”, añade la empresaria.
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El arte de vestir a medida
La vida de la risueña modista no ha sido un camino de seda. Cada puntada que daba representaba un desafío superado. Pero fue la visión empresarial la que la llevó a fundar Arcamet hace seis años, en enero del 2018. Con la misma perseverancia con la que había cosido las primeras prendas, poco a poco fue ganando clientes que buscaban vestir con estilismo y comodidad.
Arcamet no es solo una empresa que confecciona ropa, es un taller cuyo sello distintivo es encargarse de todo el proceso productivo: desde el diseño hasta la distribución. Cada prenda es como una muestra de porcelana, pasando por las manos de quienes seleccionan cuidadosamente las telas, diseñan los modelos y finalmente los convierten en realidades palpables. La empresa logró diferenciarse de la competencia al cuidar cada detalle, garantizando que el producto final sea perfecto.
“Somos una empresa capaz de diseñar un producto especial para cada ocasión. Tenemos el proceso productivo completo. Diseñamos el producto, lo trazamos, lo cortamos y lo confeccionamos. El armado es de acuerdo a la necesidad del cliente, pero el acabado siempre es el mismo”, cuenta María.
El éxito de Arcamet es también el reflejo del esfuerzo colectivo. Aunque la empresa empezó con humildes proyectos escolares (casacas de promoción), hoy confeccionan uniformes corporativos, desde ternos de gala y mamelucos. Visten estudiantes y ejecutivos. Cada cliente que toca la puerta de María sabe que no solo está comprando una prenda, sino que confía en un proceso minucioso y artesanal, donde cada prenda de vestir lleva una parte del alma de su creadora.
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“No importa si es un traje de etiqueta para gerentes o un enterizo para mecánicos y soldadores. En cada prenda ponemos la misma pasión. Vestimos con calidad y amor a todas las personas. También somos los encargados de confeccionar los uniformes y casacas escolares”, refiere.
La confeccionista no ha dejado de soñar. Su empresa sigue creciendo y, con ello, sus aspiraciones también se amplían. Arcamet se encuentra en un proceso de transformación, buscando abrirse paso en el mundo del diseño de moda. A pesar de los logros alcanzados, sabe que aún hay mucho por hacer. No solo quiere seguir vistiendo a más personas, anhela enseñar a otros. Por eso, dicta cursos de sastrería, compartiendo su conocimiento con quienes, como ella, buscan darle forma a sus sueños a través de las telas.
“Mis responsabilidad va más allá de hacer patria con la empresa familiar que fundé. Lo que realmente me motiva es dictar cursos de costura y sastrería porque no hay líderes ni escuelas que se dediquen a ese rubro. De esta manera también contribuyo con los personas que quieren empezar a hacer empresa”, concluye.
La historia de María Arapa no es solo el cuento de una empresaria, es la de una mujer que, con aguja en mano, supo coser su propio destino puntada a puntaa. A lo largo de los años, hilvana no solo telas, sueños, esperanzas y futuros. Personas que visten personas, eso es lo que hace Arcamet: vestir el cuerpo, pero también el alma de quienes llevan sus prendas.