Escribe José Luis Ramos / Analista político
Lo que se vive en nuestro país no hay forma de llamarlo democracia. Se puede recurrir a eufemismos, como lo han hecho los propios integrantes del gobierno, llamando al sistema político peruano: “democracia de baja intensidad”, o a neologismos como “régimen híbrido” para describir un Ejecutivo y un Legislativo nacidos de las urnas, pero de actuación autoritaria. Lo cierto es que si llamamos a las cosas por su nombre, estamos ante una dictadura que está decidiendo el destino del país sin inmutarse por tener más del 90%, no de rechazo, sino de repudio del país.
Pero hay dictadura y dictaduras, y la de este país se va configurando como una de franco estilo fascista. Querer incluir como terrorismo urbano a las protestas sociales es una prueba más que suficiente. Pero tenemos mucho más, como dar impunidad a los policías y militares por los delitos que cometan cuando esté declarado el estado de emergencia.
Pero no es a eso a lo que queremos referirnos. Sino a la manera en la que el gobierno ha reaccionado respecto a las críticas al despilfarro de miles de millones en aviones de guerra, como si fuéramos Ucrania o Líbano. El ministro de Defensa ha dicho que quienes se oponen son traidores a la patria y el premier que si apoyas esta compra es la prueba de que eres un buen ciudadano. Paralelamente, la señora que ocupa Palacio en traje amarillo, ha dicho que quienes critican a su gobierno son terroristas de imagen, ron ron.
El mensaje es clarísimo, quienes están en el Ejecutivo y en el Legislativo son buenos, y quienes nos
sentimos asqueados respecto a su actuación, no somos opositores políticos, ni siquiera gente equivocada, sino traidores a la patria, terroristas y malos per se. Al puro estilo de Bush y su eje del mal, no hay redención posible para nosotros, sino la cárcel y la muerte, más que “justificadas”, si se nos ocurre salir a protestar.
Así, que por ahora, la ciudadanía en su gran mayoría se expresa a través de las encuestas, en las que pese al maquillaje, el Congreso y su Ejecutivo reciben la pifia nacional. Y si bien las náuseas ante el régimen son las mismas en todas las regiones del país, en las del Sur tienen algo más de intensidad. Sin embargo, las autoridades de estas regiones, provincias y distritos no se dan por enteradas y se venden, en mayor o menor medida, por un plato de lentejas presupuestal.
Pero no solo hacen de cuenta que no está pasando nada, sino que con entusiasmo apoyan la dictadura y se preparan para beneficiarse de lo que a todas luces, será el fraude del 2026. Para muestra un botón. El señor Rivera, que funge de alcalde de Arequipa, no ha tenido rubor para abandonar el movimiento que él fundó y por el que salió electo para pasarse, pronunciando “Ábrete Sésamo”, a la organización que encabeza Acuña y que tiene la presidencia del Congreso y varios ministerios en el
Ejecutivo. Y para que no queden dudas de que es un hombre de principios y lealtades, me dicen que le ha cambiado de nombre a su engreída mascota, que pasó de “Flechita” (el símbolo de su extinto, por mano propia, movimiento regional) a “Canchita”, y aunque él dice que es por su vocación de pelotero, se sospecha que es por eso de plata como cancha.
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