SUBVERSÓNICO: En vivo en el abismo, el hueco, el averno, el infierno el baratro y hasta el purgatorio
SUBVERSÓNICO: En vivo en el abismo, el hueco, el averno, el infierno el baratro y hasta el purgatorio

SUBVERSÓNICO: En vivo en el abismo, el wecco, el averno, el infierno, el báratro y hasta el purgatorio

Escribe: Víctor Miranda Ormachea

Victor Miranda Ormachea en su columna Subversónico explora almas y acordes reciclados. Sumérgete en su reflexión.

Pugnan las almas cada fin de semana, por exponerse ante otras almas bramando sonidos y consignas. Claman al vacío su participación, inundando de quimeras sus redes y los scrolling down nuestros de cada día.

Clama el guitarrista y publica el bajista, telefonea el vocalista y avisa el baterista. Un evento sin par se avecina el viernes, el sábado, el jueves, toda la semana si es posible. Un concierto, una exhibición sonora, una presentación frente a los tristes mortales que reciben con algarabía la música propinada por la banda. La banda en vivo, “live in the box of four square meters”.

Pasan los días y asoma la noche del jueves, del viernes, del sábado, del domingo y la cita se concreta. La hora pactada, el preludio, las bandas invitadas y las diez personas que caben en el lugar apretujándose entre sudores y vahos recargados; retumban los amplificadores. 

Estruendan las cuerdas y desgañitan las voces. Se golpean los tambores, los espíritus congregados dan inicio a sus fantasías, delante y detrás del escenario. Encima del inexistente escenario, se palpa la emoción, los nervios tensan, las risas se agrandan con el alcohol, los cánticos… Siempre algún fan extremista se sabe la canción. 

Y da inicio el mismo rito de autocomplacencia, la misma letanía de acordes manidos y letras que gritan con pesadumbre disfrazada de borrachera lo poco que importa realmente lo que se interpreta, lo que en verdad importa es ese efímero destello de relevancia, ese instante, esa anestesia que llega cuando las luces parpadeantes y moribundas hacen sentir que el mundo, por un momento, gira a nuestro alrededor.

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Estalla la fiesta se olvida la música, da igual quien pulse los instrumentos, todos fuimos a por juerga, por desenfreno e insanía, a disimular frustraciones, a crearnos metaversos y universos alternos en donde tenemos algún significado, donde lo que hacemos tiene algún sentido, donde la música y, como no, el músico, son reconocidos… y famosos, admirados, celebrados, vitoreados, engreídos, bienpagados… reconocidos, donde al fin se valora lo importantes que somos y el valor real de nuestras obras. 

Jueves, viernes, sábado y hasta domingo, o mejor si toda la semana dura la gloria, alternada con resaca y vómito, con griterío y escándalo, con absurdidad y sinsentido, con quimeras pubescentes, con corazones alérgicos a la realidad y a la cotidianidad. ¿Por qué tuvimos que nacer aquí… así… ahora? ¿Por qué el mundo no me alaba y me deja vivir de mi “arte”?.

En cada esquina de este rincón sudaca perdido en el tiempo, se libra una batalla invisible e inaudible por la atención de un público atrapado en el ciclo interminable de la monotonía. Aquí, el rock no es un grito de rebeldía, sino un susurro cansado que apenas logra escapar del humo espeso de los bares, y en cada riff, en cada verso desgastado se esconde la desesperación.

Pero aquí estamos, asistiendo religiosamente al próximo concierto, esperando con ansias el siguiente evento que, aunque sabemos que será más de lo mismo, ese bucle infinito de acordes reciclados y versos huecos, buscando un sentido que, quizás, nunca llegue. Mientras tanto, la música sigue sonando, los amplificadores siguen retumbando, y las almas siguen pugnando.

En vivo en el abismo, el wecco, el averno, el infierno, el báratro y hasta en el purgatorio, donde sea y cuando sea, con tal de tocar, soy una estrella de rock, un incomprendido, un doliente artista impopular, un malbarateado músico en desgracia, rescátame comprando mis temas en bandcamp, mis discos regrabados y mis cassettes hechos a mano, sálvame de esta soledad, estoy hecho a tu voluntad.

Mientras tanto sean pacientes, estamos en proceso de composición y descomposición, porque tenemos muchos años de-formados, así que próximamente “se vienen cositas”… pero por lo pronto, ¡¡este fin de semana hay concierto bro!! ¡¡¡GO, GO, GO!!!