Escribe: Carmen Rivera, Catedrática Universitaria
“Llegué a tu tierra/ como quien nace/ en octubre/ y revienta la luna llena/ entre las piernas/ entre montañas/ iluminadas/ preñadas desde adentro/ con el verde espesor/ vello de árboles/ perfil de curvos/ horizontes” (Ramos, 2020).
Frida, mexicana reclama en su poesía mucho más que la reivindicación de un cuerpo, clama por su propio sentir por el encuentro del yo la libertad de vivir sin garantía ni permiso sin callar, ese aire necesario, inherente reconociblemente femenino en su concepción avasalladora, esa que solo se escribe con ímpetu “Yo escucho entre el disparo de los besos,/ escucho, sacudido entre respiraciones y sollozos./ Estoy mirando, oyendo,/ con la mitad del alma en el mar/ y la mitad del alma en la tierra,/ y con las dos mitades del alma miro al mundo»(Ramos, 2022, p.45).
Es la suma necesaria, en cadencia perfecta vivible, visible, tangible adjetivaciones que hacen eco, ardor interior, poesía que lleva en su ser creado los vasos comunicantes que apuntan directamente al centro más íntimo del sentir, poemas que esculpen el itinerario prohibido, el secreto de la cama, lo oscuro de la noche, el placer de lo escondido, la satisfacción de lo no habido «Es como un huracán de gelatina,/ como una catarata de espermas y medusas./ Veo correr un arco iris turbio./ Veo pasar sus aguas a través de los huesos». (Ramos, 2022).
“Me dejo tocar por ti/en las calles/ enfrente de todos/ semi-desnuda/ oprimes alguna parte infinita de mi/ orgasmo” (Ramos, 2022). Es así que los versos en conjunción perfecta se unen para expresar la autenticidad de una necesidad, lo propio de un anhelo no hay dependencia sino una causa fuente siempre impermeable de un deseo que esta vez está desatado y que busca el goce a través de las letras de la lectura lenta, despacio cada metáfora tiene la función de la toma de la imagen para completar la estructura poética perfecta.
No hay día ni noche, el tiempo esta vez sobra, esos poderes sobrenaturales están reservados solamente a la inmortalidad de las letras, el sonido se une, se hace simbólico como huracán se lleva todo a su paso y deja solo un testimonio, «Y entonces hay este sonido:/ un ruido rojo de huesos, / un pegarse de carne, / y piernas amarillas como espigas/ juntándose» una huella inevitable el placer de concebir el poema porque “La poesía erótica en las mujeres es una conquista contemporánea, es la verdadera libertad desatada”. Frida Varinia Ramos
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