Por Henrry Torres Delgadillo – Especialista en Gestión de Riesgos

La reciente aprobación del Reglamento de la Ley N.º 31814 marca un hito en la transformación digital del país. Esta norma busca que el uso de la inteligencia artificial (IA) impulse la innovación, pero sin poner en riesgo derechos laborales ni generar exclusión social. En palabras simples: el Perú quiere crecer digitalmente, pero con seguridad y justicia.

El reglamento estipula que el uso de IA en recursos humanos es de “alto riesgo”. No es una exageración. Hoy, los algoritmos deciden contrataciones, despidos o evaluaciones de personal. Sin un control adecuado, los sistemas pueden reproducir sesgos, discriminar o decidir por medio de una máquina decisiones que afectan la vida de miles de personas. Por eso, la norma exige la supervisión de cada decisión por humanos y que las empresas documenten y auditen cada uno de los procesos. No es solo un requisito legal, sino un ejercicio de gestión de riesgos. En la práctica, requiere que una compañía anticipe vulnerabilidades como errores de programación, manipulación de datos sensibles o ciberataques.

En un contexto donde la seguridad digital y la confianza laboral son endebles, la regulación ofrece un marco que protege tanto a trabajadores como a organizaciones. La parte positiva es que la norma también promueve la capacitación. Desde la escuela y la universidad, se promoverán competencias en IA para los estudiantes, los docentes y los profesionales. Es una apuesta estratégica: preparar capital humano para un futuro digital inclusivo.

En clave prospectiva, este paso coloca al Perú como parte de los estándares internacionales que rigen, incluso en la Unión Europea. Siempre que se gestione bien, no solo reduce riesgos, sino que también se atraen inversiones responsables y se incrementa la competitividad. El reto está en que las compañías hagan el esfuerzo no para sacar una conclusión rápida, sino para dar cabida a la IA como una aliada de la seguridad humana en la cultura de las organizaciones.

El debate queda abierto: ¿será la IA una fuente de oportunidades o la generación de nuevos riesgos? La respuesta dependerá de la capacidad del país para aplicar esta norma con estrategia, ética y sostenibilidad.

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