«Si tenemos que elegir en momentos de urgencia, en momentos de escasez, entre darle agua a la agricultura o a la minería, tenemos que darle agua a la minería porque es la actividad que más flujo de caja le da al país. Y con ese flujo de caja podemos construir la infraestructura apara darle agua a la agricultura en el mediano plazo. La agricultura puede esperar, pero un proyecto minero no espera. Donde si vamos a priorizar otro uso es cuando compite. Cuando tengo que darle el agua a la minería o a la población, ahí sí, tenemos que darle el agua a la población. Pero la minería está en nuestra prioridad de actividades económicas en cuanto a derechos del agua. Mientras mejor le vaya a la minería, mejor le irá a la agricultura y mejor le irá al país». Es lo que dijo el ministro de Agricultura y Desarrollo Agrario, Ángel Manero Campos, el pasado 23 de setiembre en una conferencia de la Convención Minera Perumin 37.
El sentido de sus palabras queda más que claro. Sin embargo, el funcionario de la gestión de Dina Boluarte asegura que la prensa tergiversó sus palabras y las sacaron de contexto. Que él se refería a un supuesto, un escenario teórico. Pero en el mismo discurso señaló que la política de su cartera era destrabar todos los permisos de agua que han presentado proyectos mineros con el fin de «no tener deudas» con este sector. Incluso anunció la reestructuración de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), para acelerar este proceso.
Lo dicho por el ministro debería, como mínimo, representar su renuncia o su despido, pero el silencio complice de Dina Boluarte solo respalda a Manero Campos.
Quienes están felices por este tipo de discursos, obviamente, son las empresas mineras. Porque el respaldo político para sus inversiones parece estar más que asegurado. Al menos hasta el fin del gobierno en julio del 2026.
Pero vale recordarle a Manero, a Boluarte y a los amigos mineros, que la Ley de Agua establece que la prioridad es el consumo humano, luego la agricultura y luego otras actividades económicas indutriales y mineras. Sin embargo, el propio ministro de Agricultura parece desconocerlo.
Bajo su lógica, y si las cosas para el país se ponen peores, luego de quitarle al agua a la agricultura, tocaría que también la población seda sus derechos a la minería. Ya que con esa plata, cual episodio de Los Simpsons, podríamos comprar agua mineral para sobrevivir y problema solucionado. Los millones de la minería salvarán el mundo.
Así de caricaturescas son nuestras autoridades y las personas que nos gobiernan. Y lo peor de todo es que la indignación solo alcanzó a algunos gremios. Principalmente a los agrícolas y ganaderos y por ahí un pronunciamiento del Colegio de Ingenieros del Perú. Este último como mínimo debería amonestar al ingeniero agroindustrial Angel Manero Campos por tal agravio al país. Fuera de ellos, algunos pobladores y especialistas han protestado. El resto de la gente sigue preocupada por sobrevivir buscando el pan. No se dan cuenta que sin agua no somos nada.
¿Qué come Manero? Quizás oro. Porque asegurar que la agricultura puede esperar es algo que se puede aguantar de un ministro de Energía y Minas o algún empresario minero, pero de un ministro que debería estar preocupado por impulsar al agro de pequeña y mediana escala, es grave.
Para nosotros es claro que Manero y el resto de ministro de Boluarte viven en una realidad alterna. No quieren darse cuenta que los problemas del país no se van a solucionar solo con la plata de la minería, que no será eterna. Hay que trabajar para desarrollar otros sectores estratégicos como la agricultura, la ganadería, el turismo, la manufactura y, ojalá, la industria.