Por Sergio E. Mostajo Cuentas. Periodista
Entramos a diciembre y con él a la vorágine electoral de abril del año próximo para elegir a quién gobernará el país y a quienes integrarán las cámaras de senadores y diputados. En este ínterin, asistiremos a una maratón de primeras piedras e inauguración de “obras monumentales” que gobernadores y alcaldes organizarán para favorecer a sus organizaciones políticas.
Tanto gobernadores como alcaldes ingresan a la recta final de sus gestiones y en este corto periodo, a marchas forzadas, tratarán de concretar proyectos que estuvieron encarpetados o trabados por un sin número de motivos. En unos casos por desidia, en otros por indiferencia, algunos por problemas técnicos y muchos por excesivos trámites burocráticos o falta de presupuesto.
Es así que veremos colocación de primeras piedras para edificar obras menores como:piscinas, lozas deportivas, veredas, muros de contención, remodelación de parques, puentecitos o caminos rurales. Y otras que, lo más probable es que se queden en eso, en primeras piedras o con avances insignificantes.
Como vecinos o como periodistas asistiremos a la inauguración con bombos, platillos, pagos a la tierra, bandas musicales, toldos y entarimados, bocaditos y bebidas; de pequeñas obras como: una cuadra de asfaltado, 100 metros lineales de veredas, pintado y embellecimiento de parques, siembra y poda de árboles. E incluso a saneamientos físicos legales y entrega de títulos a invasores y un sinfín de actividades propias de su trabajo.
En ambos casos habrán logrado su cometido, llamar la atención de la población apareciendo en (o comprando) primeras planas y ganando cobertura en los medios de comunicación social. No importa si la publicación es favorable y no, el objetivo es que hablen de la gestión, mal o bien; pero que hablen.
No busco generalizar, pero lo que viene después es bien sabido por todos. Las primeras piedras casi siempre se paralizan por expedientes técnicos deficientes, falta de presupuestos o quiebra de empresas contratistas; ergo, se disuelven los contratos y se pasa a engorrosos procesos de arbitraje o larguísimos juicios.
Las “obras” inauguradas no se salvan. En la mayoría de casos están mal hechas, con el paso de los días se evidencian grietas, aparecen huecos en las pistas, desniveles, pinturas que se decoloran con rapidez por su mala calidad, arbolitos secos por falta de un sistema de riego, los saneamientos físico-legales se entrampan por superposición de beneficiarios. Y entonces aparece la contraloría con sus informes y hallazgos de malos manejos.
Desafortunadamente esta es una cruel y triste realidad, lo vivimos y palpamos desde hace muchos años. Por un afán mediático o electorero, perdemos miles de millones de soles en obras paralizadas y deficientes; lo que se ha convertido en un mal endémico. Lo peor es que se ha normalizado, ya no nos llama la atención tener presidentes, gobernadores, alcaldes o funcionarios procesados, enjuiciados, sentenciados y presos. Cierto, siempre hay excepciones, no todos son malas autoridades.
Como siempre suelo decir, no es un tema ajeno a cada uno de nosotros. No estamos exentos de responsabilidad, pues somos quienes votamos y elegimos, somos quienes entregamos el poder a esa clase de personas. Moraleja: no caigamos otra vez en falsas promesas.




