El Toromata: Pedro Tordoya Montoya, la voz que Caravelí llevó a la historia

Abg. Arturo Montesinos Neyra. Analista político

La historia republicana del Perú guarda nombres que, pese a su enorme influencia, permanecen lejos del reconocimiento cotidiano. Entre ellos destaca Pedro José Tordoya Montoya, nacido en la provincia de Caravelí (Arequipa), un territorio que en el siglo XIX aún era visto como periferia, pero que vio nacer a uno de los oradores religiosos y figuras públicas más influyentes de su época. Su vida refleja el tránsito de un Perú joven, todavía en búsqueda de identidad, hacia un proyecto republicano que necesitaba voces capaces de articular ideales y compromisos ciudadanos.

Tordoya Montoya vino al mundo el 1 de agosto de 1813, hijo de Juan Tordoya, maestro de escuela, y María Natividad Montoya, en un hogar donde la educación y la disciplina moral marcaban el rumbo familiar. Desde muy joven, la migración hacia centros urbanos se volvió inevitable para acceder a la formación que su talento prometía. Sus primeros estudios los desarrolló en Arequipa, para luego trasladarse al Seminario Conciliar de Santo Toribio en Lima, donde completó su educación eclesiástica. Más adelante ingresó a la entonces prestigiosa Universidad Nacional Mayor de San Marcos, obteniendo los grados de bachiller, licenciado y doctor en Teología en 1842.

Aunque su trayectoria eclesiástica fue amplia y ascendente, su figura trascendió los límites del templo. Fue presbítero, canónigo, arcediano y, con el tiempo, uno de los religiosos más influyentes del país. Sin embargo, lo que realmente marcó la vida pública de Tordoya Montoya fue su capacidad para leer el contexto político y social con una agudeza poco común para la época.

Su pensamiento quedó plasmado con especial fuerza en el sermón pronunciado el 28 de julio de 1848, durante la celebración del vigésimo séptimo aniversario de la Independencia. Ese discurso, impreso posteriormente por la Imprenta E. Aranda, se convirtió en un referente de la oratoria republicana. En él, Tordoya articuló los principios que consideraba indispensables para consolidar al país: igualdad, libertad y fraternidad, no como consignas abstractas, sino como compromisos concretos para la construcción de ciudadanía.

El sermón de 1848 tuvo un eco notable en la sociedad limeña de su tiempo: cuestionaba los rezagos coloniales, llamaba a afianzar un Estado republicano inclusivo y exigía responsabilidad moral tanto a gobernantes como a ciudadanos. No era un mensaje religioso en sentido estricto, sino un llamado político envuelto en la legitimidad de la palabra sagrada, propio de una época en que la Iglesia ocupaba un lugar central en el debate nacional.

Su influencia no se limitó a la oratoria. Durante el gobierno de Mariano Ignacio Prado, Tordoya Montoya llegó a ocupar el cargo de presidente del Consejo de Ministros, además del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción. Su participación en la vida pública fue un ejemplo de cómo la formación intelectual, ética y religiosa podía convivir con la función estatal.

Años después, durante la Guerra del Pacífico (1879-1883), prestó apoyo activo a las campañas de defensa nacional. Desde Lima organizó donativos, coordinó asistencia a los combatientes y promovió movilización social para sostener al país en uno de sus momentos más difíciles.

Para Caravelí, la figura de Pedro José Tordoya Montoya representa una mezcla de orgullo histórico y enseñanza permanente. Su trayectoria demuestra que desde un distrito alejado de los centros de poder podía surgir una figura con impacto nacional. Por ello, instituciones como la I.E. Pedro José Tordoya Montoya mantienen vigente su memoria y transmiten a las nuevas generaciones la idea de que la educación y el servicio público tienen un valor transformador.

Su legado para la juventud caravileña es claro: formación rigurosa, compromiso social y la convicción de que la identidad local no debe limitar aspiraciones, sino fortalecerlas. En un tiempo en que el Perú intentaba definirse como nación, Tordoya Montoya aportó una voz que articuló principios éticos y republicanos, mostrando que el pensamiento crítico y la acción pública podían caminar de la mano.

Hoy con la reciente y moderna construcción de la “Institución Educativa José Pedro Tordoya Montoya”, una escuela que renueva el compromiso de la provincia de Caravelí, con su memoria y con la formación de las nuevas generaciones.

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