Arequipa siempre se ha caracterizado por ser la capital de la jurisprudencia o juridicidad del país. El legado de grandes letrados como Toribio Pacheco y Rivero, Francisco García Calderon Landa, José Luis Bustamante y Rivero y hasta Francisco Mostajo. Nombres que siempre son recordados, no solo por su gran aporte a la Ciudad Blanca, sino también a la legislación peruana. Tal es así, que hasta el Tribunal Constitucional tiene como, segunda sede, la Ciudad Blanca.
Sin embargo, ese prestigio se está perdiendo. Y no lo decimos por la desastrosa, cuestionable y hasta repudiable gestión de John Mesías Romero en el Colegio de Abogados de Arequipa. Sino que es un problema que viene desde hace varios años atrás.
A nuestro parecer, la pugna interna en la orden de letrados por la decanatura es solo la punta del iceberg de toda la sarta de problemas que tiene. Se ha convertido, más que en un centro de aprendizaje y de catadura moral, en un club de amigos, un club social. El dinero que se gana por alquileres, cursos y otros eventos internos, parece ser el mayor incentivo para quienes buscan hacerse del decanato.
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Y a esto hay que sumarle el cero aporte que ha tenido el Colegio de Abogados a la vida política, social y económica de la región y la ciudad. Lejos han quedado las posturas jurídicas del Decano y sus miembros respecto a los problemas políticos que vive la ciudad. No hay siquiera opinión jurídica sobre temas importantes, como Majes Siguas II, casos de jueces y fiscales mezclados en corrupción o hasta temas de política nacional.
Nada. No se escuchan más que problemas al interior del Colegio de Abogados. El desprestigio que ya tenía se sigue agudizando con los problemas que tiene el decano Mesías Romero. Este, acusado por tocamientos indebidos a una las trabajadoras administrativas de la orden, prefiere guardar silencio.
También debe preocupar la denuncia por pedir dádivas contra el director secretario de la orden, Jorge Laurel Ponce, cuando fue subgerente de Recursos Humanos del Municipio Provincial de Arequipa. De acuerdo a las palabras del afectado, Gustavo Arauco Chávez, Laurel Ponce le mochaba el 90% de su remuneración. Y a pesar de esta denuncia, el decano Mesías Romero no ha salido a decir nada.
Y la junta directiva del decano ahora se termina de perfilar como una de las más problemáticas, cuando se da a conocer que el flamante vicedecano Elard Mayta Flores tiene una sentencia por violencia familiar. Básicamente masacró a quién era su pareja y madre de su hija.
Y lo que es peor, cuando le consultamos sobre dicha denuncia, al señor no se le ocurrió mejor idea que denunciarnos públicamente por «coaccionarlo», en su perfil personal de Facebook. Esto solo por haberle enviado un mensaje de Whatsapp para solicitarle su versión por la denuncia que publicamos en esta edición.
Desde aquí le pedimos al señor que presente pruebas de la coacción y de lo que denuncia porque su afirmación de gravísima. Además, de eso hace mención de personas que no conocemos y que asegura que le hicieron daño. Dando a entender que la información del acto repudiable de violencia que cometió contra su expareja y su hija, salió de ellos. Lo que demuestra que el señor saca conjeturas sin tener ninguna prueba. Si es abogado, debería ser más prudente, pensamos.
Y lo que, consideramos, es lo peor, habla de respeto a su familia y trata de darnos una clase de ética, señalando: Mi repudio a profesionales que no hacen de su vida un ejemplo de vida en nuestra sociedad. Eso mismo le decimos a él. Pues lo que le hizo a una mujer y a su bebé es justamente el peor ejemplo que un padre puede darle a sus hijos y a la sociedad.
¿Qué hará el decano? Bueno, apostamos a que seguirá en silencio, socapando a sus amigos directivos, como Laurel y Mayta. Y si sale a decir algo, esperamos que sea para dar un verdadero ejemplo de moralidad.