La semana pasada este medio publicó cómo es que un docente del colegio más «ficho» de Arequipa, el Lord Byron, había seducido y violado a una adolescente, estudiante de la institución privada. El hecho, descubierto por los padres y confesado por la menor, fue denunciado primero en el colegio. Allí, la promotora, Lidia Medina, en lugar de apoyar a los padres y denunciar inmediatamente al mal profesor, no hizo nada.

Los padres, indignados, tuvieron que ir a una comisaría a poner la denuncia. Luego desde el colegio le dijeron solamente que ya habían despedido al mal docente, perdiendo de esa manera el principio de oportunidad, que habría permitido detener al maestro y procesarlo. Ahora el hombre está fugado y las autoridades no saben cómo encontrarlo. Lo que demuestra, para nosotros, que Medina actuó como cómplice del docente. Y más aún, al demorar en poner la denuncia en el Síseve del Ministerio de Educación.

En tanto, este medio ha seguido investigando al colegio de los ricos de la ciudad y nos hemos encontrado unas sorpresas tremendas. Y faltan más.

El reportaje que publicamos hoy muestra que el caso de la menor ultrajada no es el único, aunque sí el más grave. Aunque el sistema de ocultamiento y poca transparencia hacia los padres de familia, por parte de Lidia Medina, sigue presente en todos los casos que hemos encontrado. Tal parece que la señora cree que por ser dueña del colegio puede hacer lo que le da la gana.

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Pero le decimos que eso no es así, porque al ser una entidad que brinda un servicio público —y más importante aún el de educación— es objeto de escrutinio público; y no solo de los propios padres, sino también de la sociedad.

Lo que nos da pena es que, al parecer, a los padres de familia no les interesa lo que está pasando. Quizás sean de esos —no decimos todos— que pagan su pensión y no les interesa nada más. No hemos escuchado ninguna voz de un padre, que no sea de los afectados, que salga a reclamar a la promotora por un mejor trato para sus hijos y para ellos mismos. ¿Qué pasa?

El silencio de los padres también los convierte en cómplices. Al no reclamar ni mostrar su descuerdo con lo que está pasando en este colegio, están permitiendo los abusos.

Solo esperamos que las autoridades educativas, e incluso el Indecopi, sancionen ejemplarmente al colegio y a su promotora. Esa será la única justicia que encontrarán los padres, porque en cuanto a procesar al violador, dudamos mucho que en el corto plazo se tenga algún resultado concreto.