Gustavo Adrianzén dejó la Presidencia del Consejo de Ministros luego de que el Congreso reuniera los votos necesarios para censurarlo. Su renuncia se oficializó apenas horas después del cambio de tres ministros clave, una maniobra que no convenció a la oposición. El premier había sido duramente cuestionado por minimizar la masacre de 13 mineros en Pataz y por su desconexión frente a la creciente inseguridad, el tema que finalmente selló su caída.

La renuncia de Adrianzén se dio un día antes del debate en el Pleno del Congreso y poco después de que Dina Boluarte cambiara a los titulares de Economía, Interior y Transportes en un intento por mantener al premier. En conferencia de prensa, visiblemente afectado, dijo dimitir “pensando en los altos intereses de la patria” y destacó los “logros alcanzados” durante su breve gestión.

Pese a la reconfiguración del gabinete, las bancadas opositoras mantuvieron su posición. El detonante fue Fuerza Popular, que anunció su voto a favor de la censura, criticando duramente la reacción del Ejecutivo frente a la matanza en Pataz. A ellos se sumaron Renovación Popular, Podemos Perú, Somos Perú, Acción Popular y otras fuerzas que ya habían anticipado su respaldo a la salida del primer ministro.

En total, más de 80 votos estaban asegurados, catorce más de los necesarios. Adrianzén se convierte así en el segundo premier en caer durante el mandato de Boluarte. Su antecesor, Alberto Otárola, dejó el cargo tras un escándalo por tráfico de influencias. El Ejecutivo deberá ahora reconfigurar un gabinete que sigue siendo blanco de cuestionamientos.

Entre los voceados para reemplazarlo destacan Eduardo Arana, ministro de Justicia, y Morgan Quero, actual titular de Educación. Ambos tienen cercanía con la presidenta, aunque también arrastran críticas. La nueva designación podría mantener intacta la estructura actual del gabinete o introducir cambios estratégicos en sectores clave. Por ahora, el mensaje es claro: la inestabilidad política sigue marcando el rumbo del gobierno.