Nuestras autoridades, y hablamos en general, siempre piensan que nunca se va a conocer todo lo que están haciendo tras bastidores; cuando nadie los ve o cuando se creen protegidos por su gente de confianza. Sin embargo, el tiempo nos ha enseñado que en gran mayoría de los casos los secretos más oscuros salen a la luz y que las «movidas» más pensadas siempre se conocen.
El reportaje que presentamos hoy no habría sido posible si Rosa Gutiérrez no habría cometido el error de registrarse en el libro de visitas del gobierno regional en representación del Consorcio Supervisor Chazuta. Lo cierto es que estábamos atascados con esta investigación, pues no había forma —a pesar de las confirmaciones verbales de nuestras fuentes— de vincularla con Antonio Sánchez-Horneros o, como nos decían, con la ejecución del saldo del obra del Hospital Maritza Campos.
Esa visita, pero sobre todo el hecho de haberse registrado y ese registro ser subido a la base de datos nacional del libro de visitas, fue clave para ir desenredando el hilo de la telaraña de vínculos con el resto de empresarios que se han hecho con los contratos de cada hospital de Arequipa.
Y por eso es que debemos agradecer a quienes lucharon para que la Ley de Transparencia sea posible en nuestro país. Y, aunque aceptamos que no es perfecta, nos ha servido de mucho. Sin el libro de visitas habría sido imposible. Y tampoco sería posible dar con otros vínculos sin otros portales, como el de Proveedores, el Seace, Sunat, Sunarp, etc.
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Esa poca transparencia que nos permite la ley nos ayudó a dar con el Club de Consultores de Salud. Imagínese amigo ciudadano qué podríamos descubrir si tuviésemos fácil acceso, y digo todos, a cada movimiento, cada documentos que firman, cada reunión que realizan y cada palabra que dicen los funcionarios públicos. Porque en teoría los ciudadanos tenemos derecho a saber todo lo que hacen quienes nos gobiernan y sus funcionarios, pero la ley es aún muy limitada.
A pesar de que nuestros índices sobre libertad de prensa son los peores, hay medios que nos la agenciamos para revelar posibles actos de corrupción y tramas políticas para contárselas a todos los electores.
A pesar de que hay funcionarios —unos de imagen— que nos vetan de todo, que nos bloquean, que no nos ponen en las listas, Revelación.pe hace su trabajo con bajo perfil. Y no por saña, como por ahí dicen, sino por el bien de la comunidad. Porque no hay democracia sin transparencia. Y si la transparencia es de difícil acceso, deben haber medios de comunicación que hagan todo lo posible por tratar de abrir un poco las cortinas de la corrupción y ver lo que está pasando ahí detrás.
Ahora toca a las autoridades de justicia, y en especial el Ministerio Público, investigar. Y esperamos que así sea, por el bien de Arequipa.