El conflicto entre Israel y Hamás ha entrado en una nueva fase de violencia extrema. En las últimas 48 horas, los bombardeos israelíes en la Franja de Gaza han dejado al menos 970 muertos, según un balance del Ministerio de Salud controlado por Hamás. Este ataque, calificado como el más intenso desde el inicio de la tregua, ha sumido a la región en una nueva ola de caos y destrucción.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no ha dejado lugar a dudas sobre sus intenciones. “Esto es solo el comienzo. Israel luchará e Israel ganará”, declaró, asegurando que las negociaciones solo se llevarán a cabo “bajo fuego”. Las palabras de Netanyahu reflejan una postura firme y un mensaje claro hacia Hamás: Israel no cederá en su ofensiva militar.
La coordinación con Estados Unidos ha sido un factor clave en esta escalada. David Mencer, portavoz del gobierno israelí, confirmó que los bombardeos se realizaron “en total coordinación con Washington”. Además, agradeció al presidente Donald Trump y su administración por su “inquebrantable apoyo” a Israel. Esta alianza estratégica ha reforzado la posición de Israel en el conflicto, pero también ha generado críticas internacionales.
Hamás, por su parte, ha acusado a Israel de violar la tregua y de intentar imponer una rendición incondicional. En un comunicado, el movimiento islamista pidió a la comunidad internacional que presione a Estados Unidos para detener lo que califican como una “guerra genocida” contra civiles indefensos. La organización también aseguró que no cierra las puertas a las negociaciones, pero exige un cese inmediato de las hostilidades.
Taher al Nunu, dirigente de Hamás, reiteró esta postura en una entrevista con AFP. “No necesitamos nuevos acuerdos, pero exigimos que Israel detenga las hostilidades de inmediato”, afirmó. Sin embargo, las declaraciones de ambas partes muestran un abismo difícil de salvar. Mientras Israel insiste en mantener la presión militar, Hamás busca una salida diplomática que garantice sus demandas.
El costo humano de este conflicto sigue siendo devastador. Desde el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, que dejó 251 secuestrados, el número de víctimas no ha dejado de aumentar. Según el Ministerio de Salud de Gaza, la cifra total de muertos supera ya los 49,500. Con cada bombardeo, la esperanza de una solución pacífica parece desvanecerse, mientras la comunidad internacional observa con preocupación el agravamiento de una crisis que no tiene fin a la vista.