Escribe Isaac Martínez Gonzales, Especialista en riegos
En nuestra región, se presentan casi todos los fenómenos naturales que provocan desastres: sismos, huaycos, inundaciones, lluvias extraordinarias, erupción de volcanes, etc. A tal punto, que sus consecuencias nos sorprende por algunos días; luego llega el siguiente año y seguimos en lo mismo. Las autoridades locales, regionales y nacionales competentes en labores de prevención, no son tales. Porque generalmente no están preparados para ocupar esos cargos que lo ostentan por favorecimientos y pagos políticos o no han sido bien capacitados profesionalmente por deficiencias de una gran parte de universidades particulares de nuestro país. Las mismas que han convertido a la educación superior en un negocio, dejando de lado la calidad de la enseñanza. Indudablemente, con honrosas excepciones de prestigiosas universidades particulares en la región y el país.
También hay desastres atribuidos indebidamente a la naturaleza; pero que son ocasionados por falta de previsión y prevención de nuestras autoridades. Ejemplo, los deslizamientos rotacionales por el uso excesivo del agua de riego, en las irrigaciones de La Joya y Pampas de Majes en la margen izquierda del valle de Vitor y la margen derecha del valle de Siguas, respectivamente. Esto no es un fenómeno natural; como no lo son la erosión de la cimentación de los muros de contención y de viviendas, por estrangulamiento del cauce de ríos y torrenteras y por deficiencia en el diseño de esas estructuras.
Recuerden que “el agua siempre vuelve por su parte”; se cumple cuando el río desborda las defensas ribereñas de los ríos mal diseñadas o construidas porque se inician a destiempo “con sustos y carreras” utilizando “roca al volteo”, mal ubicadas, con poca profundidad de cimentación (“uña”), rocas muy pequeñas, uso de rocas de material coluvial (“bolonería”), etc.
También se cumple, cuando las áreas eriazas aledañas a las ciudades son invadidas para urbanizarlas, disminuyendo la posibilidad de infiltración del agua de lluvia en el suelo, con el consiguiente incremento de agua de escorrentía superficial, que convierte las calles en riachuelos.
Asimismo, en nuestra ciudad se presentaron muchos problemas, que no son fenómenos naturales, como la socavación de la cimentación de viviendas en varios tramos de las torrenteras, especialmente la torrentera de Chullo, Mariano Melgar y Paucarpata por estrangulamiento de su cauce. A esto, se agrega la falta de sistemas de drenaje pluvial, que cuando corresponda, debería ser incluido en los expedientes técnicos de asfaltado, pavimentación o adoquinado de calles y avenidas. A la infraestructura existente, tanto agrícolas (sistemas de riego, drenaje, defensas ribereñas), como urbana (drenaje pluvial), y en nuestra ciudad las torrenteras, se les debe dar el mantenimiento permanentemente, para ayudar a que nuestra ciudad sea sostenible en el cuidado de nuestra “casa grande” como señaló el Ing. Carlos Amat y León.
¿Nuestras autoridades conocen qué significa la palabra prevención de desastres? Tema que fue estudiado por un científico peruano Ing. Julio Kuroiwa Horiuchi. La gran mayoría con seguridad que no. Acabamos de ver en los medios de comunicación cómo ha fallado (no desplomado) un puente en Chancay, y el 14 de febrero colapsó un puente sobre la torrentera Mariano Melgar en Arequipa y otros tantos desastres en nuestra región y en todo el país. Estos, no son causados por fenómenos naturales, que como sabemos pueden presentarse en forma cíclica, imprevista con resultados catastróficos; es falta de previsión y prevención. Las estructuras no son eternas, se les debe dar el mantenimiento adecuado y cuando corresponda su demolición y reemplazo por una nueva.
En nuestra región han ocurrido muchos desastres por falta de prevención, como el desborde del río Chili el 8 de febrero de 1989, porque el puente bajo Grau estaba inconcluso y en vez de encofrar toda la estructura sobre todo el cauce del río, no se les ocurrió otra barbaridad que conformar un terraplén que suplía al encofrado y que hizo las veces de un dique. Creció el caudal del río (plena época de avenidas) encontró el cauce obstruido y se desvió por la Avda. La Marina.
Ante la improvisación de funcionarios de los gobiernos locales y regionales, falta de previsión y prevención, lo único que se les ocurre es solicitar la declaratoria de estado de emergencia que, en muchos casos, es sinónimo de corrupción.