El tradicional balneario de Mejía, reconocido por sus playas vírgenes y su aire puro, se encuentra al borde del colapso debido al inicio de operaciones del proyecto minero Tía María. La autorización para construir una planta desalinizadora a menos de 900 metros del Club Mejía representa una amenaza inminente para este ecosistema costero.
La planta desalinizadora, cuyo vertido de salmuera contaminaría el mar y afectaría gravemente la vida marina, podría convertir a Mejía en una «playa salada y polvorienta». Expertos advierten que este tipo de proyectos ya causaron daños irreversibles en otras partes del mundo; como Antofagasta, en Chile.

Daños irreversibles al mar
El especialista en inversión privada, planificación y diseño de infraestructura productiva, Elvis Jump Gómez, explicó a Revelación.pe que Tía María ya obtuvo la aprobación de su estudio de impacto ambiental (EIA), que fue emitido mediante Resolución 392-2014-MEM/DGAAM en el año 2014. Con ello, sus operaciones están próximas a iniciarse. Aunque todavía no tiene la autorización para utilizar el agua de mar.
El proyecto minero involucra la construcción de una planta desalinizadora de agua de mar. Para este fin se le otorgó un área de intervención de 240 hectáreas (ha) en el centro del área urbana de Mejía. 10 ha servirán para la edificación de la planta, 80 de ha de playa para depositar restos de sal y 160 para verter las salmueras (desechos con alta concentración de sal y metales tóxicos).

“De cada 100 litros de agua de mar solamente 40 pueden ser transformados en agua dulce. Los otros 60 litros restantes tienen que devolverse al mar como salmuera. Lo que regresa al mar son desechos, es como un veneno para los seres vivos del mar. Es un proceso conocido que en muchas partes del mundo ha producido la destrucción del hábitat natural. La cantidad que se vierte día tras día genera un daño inminente”, explica Jump a Revelación.pe
Precisamente, estos restos contaminantes que serán devueltos al mar de Mejia en grandes cantidades, alteran el pH (potencial de Hidrógeno) del agua. En síntesis, incrementa su temperatura y reduce el oxígeno, provocando que la vida marina se extinga del litoral. La principal repercusión es la desaparición de la actividad pesquera tras la exterminación de microflora y microfauna (peces, moluscos y otros crustáceos).
Se sabe además que Tía María procesaría 235 litros por segundo de agua salada, generando 353 litros de salmuera. Esto equivale a verter más de 30 millones de litros de salmuera diarios al mar. “Una gota no mata. La cantidad sostenida que se vierta paulatinamente va a destruir el mar. Los peces o se mueren o se van. Y la eliminación de la microflora también es inminente”, añade el especialista.

Contaminación ambiental
La puesta en marcha del proyecto minero Tía María también representa una grave amenaza para el ecosistema de Mejía. Las explosiones diarias de dinamita, necesarias para extraer millones de kilos de mineral, destruirían el frágil ecosistema de las Lomas Cachendo, un área protegida de 8,418 hectáreas que alberga una rica biodiversidad y funciona como un pulmón natural.
El especialista señala que las ondas expansivas y el polvo generado por estas detonaciones exterminaría la vida silvestre de las lomas y contaminaría el aire, poniendo en riesgo la salud de los habitantes. La combinación de la contaminación minera y la desalinización convertiría a Mejía en un lugar poco atractivo para el turismo, lo que provocaría una disminución en el flujo de visitantes y, en consecuencia, un impacto negativo en el sustento de muchas familias.

“Mejía va a desaparecer porque le van a quitar el aire limpio. Cuando Tía María empiece a operar van a detonar 50 mil kilos de dinamita por día para extraer el concentrado mineral. Mejía se va a convertir porque dejará de tener aire limpio. Va a exterminar la vida ahí. Aparte de tener un mar con más sal, tendrá un aire menos rico y con polvo mineral”, dice Jump.
Los inversionistas inmobiliarios de Mejía también se verían afectados por este proyecto. El deterioro ambiental y la disminución del atractivo turístico de la zona harían que el valor de las propiedades disminuya considerablemente, generando pérdidas económicas significativas para quienes han invertido en la localidad.
El ingeniero Otto Hito Urquizo también coincide en que los daños provocados por la planta son irreversibles. Explica que Southern es una bomba de contaminación, toda vez que a la fecha no tiene una planta para tratar sus aguas residuales.
“La planta desalinizadora no es viable ni favorable para el medio ambiente. La desalinización altera el ecosistema marino, eso ya está visto. Además, queda muy cerca a las lagunas de Mejia. No es conveniente. Southern y los gobiernos de turno han hecho trampa (en los estudios de impacto ambiental), perjudicandonos con la minería y el medio ambiente. No tienen una planta de tratamiento para sus aguas sucias. Están buscando que el proyecto vaya por la fuerza”, señala Hito.

Southern guarda silencio
Como ya es de costumbre, las mineras siempre tienden a guardar silencio y está vez no es la excepción. Revelación.pe se comunicó con el área de Comunicaciones de la compañía. Sin embargo, se negaron a explicar la repercusión que tendrá la construcción e implementación de la planta desalinizadora.
“Por el momento no vamos a pronunciarnos al respecto. En su oportunidad estaremos convocando a los medios para explicar los alcances del proyecto. Estaremos en contacto, gracias”, respondieron. Esto incrementa más la sospecha de una contaminación inminente que podría acabar con el paraíso costero de Mejia.