Es verano y el bosque que nos rodea incrementa la sensación de calor en la comunidad nativa Boca Pariamanu, ubicada a dos horas de viaje en bote desde la ciudad de Puerto Maldonado, capital de la región amazónica de Madre de Dios. Se trata de un pueblo pequeño, asentado en la unión de los ríos Pariamanu y Las Piedras, afluentes del río Madre de Dios, y con poco menos de 30 familias viviendo permanentemente.
Su cercanía con la ciudad, pues hay comunidades que están hasta semanas de viaje, es una bendición y un mal al mismo tiempo. Por un lado, les permite acceder a la modernidad de occidente y tienen acceso rápido al comercio. Pero por otro, ha provocado que pierdan, en cierta forma las actividades básicas que hace mucho les permitía vivir tranquilamente sin depender de la ciudad y parte de su identidad amazónica.
Pero los tiempos están cambiando. Poco a poco los nativos que salieron están volviendo. La vida en la ciudad es muy ajetreada y tampoco es fácil conseguir un trabajo que sustente. Mientras que en las comunidades como Boca Pariamanu las cosas ya no son tan difíciles, pues los pobladores se están organizando con el fin de cambiar su futuro.
Agricultura comunal
Jane del Castillo es presidenta del Comité de Mujeres Emprendedoras de la Comunidad Nativa Boca Pariamanu. Como muchos, vivió en la ciudad en su juventud por sus estudios. Pero luego volvió con la consigna de reactivar la vida comunal. Ella, junto a otras 16 mujeres, se han asociado para emprender con el cultivo del Cacao y la cosecha de la Castaña; los dos principales productos que la selva les brinda.
El Cacao, explica, lo empezaron a cultivar desde hace algunos años. Se trata de una planta ancestral de la que se obtiene el chocolate y que es muy apreciada en el mercado local, pero también en Europa. Jane y sus compañeras cultivan el Cacao con técnicas ancestrales sin utilizar pesticidas o abonos artificiales. Eso les permite ofrecer productos de alta calidad a mercados extranjeros.
El problema, explica Jane, es que necesitan crecer. Por ese motivo han tenido que aprender a buscar ayuda de instituciones del Gobierno y también de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs). Poco a poco sus ideas están tomando forma y se han vuelto del interés de estas organizaciones. Por ejemplo, cuando llegamos a la comunidad encontramos a obreros construyendo un centro de procesamiento del cacao. Este se financió con apoyo de AgroIdeas, un programa del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego.
Jane explica que con ese equipamiento podrán procesar más cacao y con mejores técnicas de salubridad y cuidado del producto. El dinero además le servirá para capacitarse en mejores técnicas de cultivo y de comercio. El fin es que las mujeres de la comunidad también puedan aportar en la economía familiar.
Pero en la asociación no solo hay mujeres. Los hombres, esposos y hermanos, también ayudan en las actividades del cultivo y procesamiento del Cacao. “Aquí cualquiera puede entrar para ayudar en mejorar la comunidad”, dice Jane. Sentada en su hamaca, en su pequeña casa donde además ofrece productos de primera necesidad, dice que poco a poco están consiguiendo hacerse conocidos en las Cooperativas que adquieren el Cacao para la venta al extranjero. Eso les permitirá obtener mejores precios.
Protegiendo sus raíces
Esta líder indígena cuenta que las mujeres y hombres de la comunidad además se dedican a la cosecha de la castaña. Se trata de un árbol gigante que deja caer sus frutos al suelo. Estos son como grandes pelotas de madera maciza que hay que abrir para encontrar las almendras. Prácticamente la comunidad no tiene que sembrar, solo cosechar. Pero el mayor problema que tienen es la preservación.
Debido al incremento de las actividades ilegales, como la tala indiscriminada y la minería ilegal, los bosques amazónicos están amenazados. El castaño es uno de los árboles más vulnerables y las comunidades nativas están siempre cuidándolo. Y es que la castaña, aunque no es muy requerida en el Perú, sí es un producto de exportación, tanto la almendra como el aceite. Por eso los comuneros se organizan para hacer rondas y proteger su bosque de castañas.
Además, Jane y otras nativas se dedican a elaborar artesanías en base a los productos amazónicos. La líder muestra su corona, hecha con semillas de huayruro, piel de otorongo y plumas de guacamayo. Una hermosa pieza que acompaña a sus aretes, brazaletes, adornos de cabello y otras obras hechas con sus propias manos. Además, tiene artesanías hechas en base al cascarón de la castaña y hasta esculturas pequeñas.
Jane cuenta que las ofrece en ferias locales, en la ciudad de Puerto Maldonado. Pero además es una forma, para ella, de recuperar sus raíces indígenas y preservarlas para sus hijos y el futuro de la comunidad.