La corrupción persistirá

Alberto Fujimori, el dictador, el corrupto, el asesino, ha muerto. Mientras que en Lima miles lloran su partida, en regiones son pocos los que han mostrado tristeza. Al contrario, algunos están felices y otros indignados. Se fue sin pedir perdón al pueblo peruano, se fue sin pagar la reparación civil a los deudos de sus matanzas. Se fue sin dejale al país, ni honradez, ni tecnología, ni mucho menos trabajo.

Algunos políticos y ciudadanos dicen que Fujimori fue un gran presidente, que nos sacó de la hiperinflación que dejó Alan García en su primer gobierno. Y mienten al asegurar que combatió el terrorismo.

No señores, la idea del Shock Fujimori la despreció durante su campaña. Fue robada al entonces candidato Mario Vargas Llosa, quién, sincero con el Perú, advirtió que lo mejor era ese Shock económico para salir de la hiperinflación. Justamente el temor por el Shock llevó a la población a votar por Fujimori. Y ¡oh!, como nos pasa siempre, nos metió la yuca.

Fujimori tampoco combatió el terrorismo. Durante los dos primeros años de su gobierno se encrudeció más. Sino recordemos Tarata. Quienes salvaron al país de Abimael Guzmán y sus terroristas fue el GEIN. Un equipo de inteligencia de la policía de quien Fujimori no conocía su existencia. Nadie le dijo que había ese nivel de búsqueda sobre Abimael. Quién sabe qué habría pasado si se enteraba. Sino recuerden que Fujimori estaba de día de campo pescando cuando Guzmán y su cúpula fueron capturados.

Lo que sí hizo Fujimori, y lo vivió este director en carne viva, es el empobrecimiento del Perú. Redujo los sueldos de los profesores. Denigró la profesión de enseñar a tal punto que hasta ahora no nos recuperamos del todo a pesar de las reformas de los últimos 10 años. E hizo lo mismo con otros sectores económicos, como los médicos y los obreros.

Creó los contratos ley en favor de las empresas mineras a las que vendió todos nuestros recursos minerales. Sino veamos como hasta ahora en Arequipa sufrimos para sacarle un sol de más a Cerro Verde en Arequipa. Todo porque ellos se amparan en ese contrato ley. Y de paso nos quitó recursos estratégicos, vendiéndolos a precio de remate en un mercado de pulgas.

Con ese dinero hizo colegios, sí. Pero a la vez inventó el clientelismo en el Perú. La gente que hoy lo llora fueron los que recibieron las migajas de todo lo que robaba.

Sino preguntémosle a él mismo. Al inicio de los juicios por delitos de lesa humanidad Fujimori aceptó la encarnizada corrupción que vivió en sus gobiernos. Él la conocía y fue parte de ella. No olvidemos que le regaló US $ 15 millones a Vladimiro Montesinos por “sus servicios al país”. Sino recordemos a los narcogenerales de Vladimiro Montesinos, muchos de ellos en la cárcel o libres con condenas ya pagadas.

Y toda esa corrupción no murió cuando huyó del país en el 2000. Más bien se transformó e intensificó. Es moneda corriente ver funcionarios que roban impunemente, que usan los recursos del Estado sin más remordimiento porque “no pasa nada”. Y no olvidemos que cada presidente que pasó luego de Fujimori está investigado o en la cárcel. Y hoy ya no es necesario un golpe militar, sino que vivimos en una dictadura congresal.

Fujimori fue el inicio de la desmoralización del país. Y su muerte no termina nada. Quién sabe, quizás empeora todo.