Escribe: Carmen Rivera, Catedrática Universitaria
“y que no se distinga de mí/ ni mis rápidos miembros ni mi hirsuto poder en la tierra/ estoy a punto de decir aj/ previo a decir te lo ruego/ previo a convertirme/ en una esfera redonda/que goza de su soledad circular” (Sarria, 2009).
Deseo, anhelo personificación intensa de la primera inquietud, sexo inminente a la vista así quiere el yo poético de Luz, se intensifica en cada verso acumulado como si pletórico utilizara las palabras para construir el sentido desde el mismo sentir a “flor de ser”, inconforme, se muestra en constante búsqueda necesita ese calor que solo se reserva para la entrega, un cuerpo arde por la conjunción de la indecencia “El mal ejemplo/ el eterno retorno a la espera/ estoy entre las cosas y la tierra/ soy inhalación y emanación/ soy el vicio del principio femenino/ soy el fervor de la religión inferior / soy la razón de los cuerpos sensibles” (Sarria, 2009).
En Sarria no hay renuncias, sino pretensiones, no hay inconformidad sino plenitud clara, transparente como si la cadena de inspiración traza una línea hacia la articulación del poema, de él depende la vida misma, infame quien se contraponga, el erotismo ya confabuló para esconderse en sendos cuerpos despojados de la vergüenza, se impregnó en su sexo, le dio un marco que arropa el deseo “Yo soy Ibriseis removiéndome como una esclava/ mientras atraviesas mi espasmo/ y para ti todo lo que se recrea/ donde yo soy Ibriseis y tú eres Dionisio/ antes que el punto suceda al punto/ y otra vez” (Sarria, 2020).
“Yo creo que en el erotismo hay muchos matices, es un paliativo para la soledad, es una búsqueda que tiene actos y entreactos. Podemos también hablar de la seducción, del recuerdo, del eros mismo, de la melancolía” (Sarria, 2009). Matices que son pretexto para iniciar la acción provocadora, no se somete, crece y se reconvierte cuerpo adscrito al deseo, todo se permite materia que no se crea, ni se destruye, son las ansias que lo ahondan.
Nace en Lima, pertenece a la generación del 70, amante de la astrología, la posición de los cuerpos, una posibilidad de construir significados infinitos, trazos estelares que confluyen en un sino inspirador, que se despoja y se pierde en la adivinación ya todo está dicho, los constructos se expulsan es la realidad “insurrecta” “es pelo y es carne/ ¿por qué no podría serlo?/ Yo escucho que se están uniendo todas las cosas Dionisio/ bajo semillas de diferentes formas/ no hay discordia ni pugna indecorosa” (Sarria, 2009).