El inicio del año escolar no solo marca el regreso a las aulas, sino también un desafío emocional para niños, adolescentes y jóvenes. La ansiedad, el estrés y el miedo son emociones comunes que surgen durante esta transición, especialmente después de un período de vacaciones o experiencias previas difíciles en el entorno escolar. Factores como la separación de los padres, la presión académica y las dinámicas sociales pueden influir en su bienestar emocional.

Según la psicóloga María Elena Ortiz, docente de la Universidad Católica San Pablo, los niños más pequeños suelen experimentar ansiedad por desapego, sobre todo si tienen un vínculo inseguro con sus padres. En el caso de los adolescentes, el estrés puede estar relacionado con la presión por desempeñarse bien académicamente o integrarse socialmente. Para Ortiz, es fundamental que los padres validen las emociones de sus hijos, escuchando sus preocupaciones sin minimizarlas. Este apoyo emocional no solo fortalece su confianza, sino que también les ayuda a enfrentar mejor los desafíos del regreso a clases.

Una preparación gradual es clave para facilitar la adaptación. Establecer horarios de sueño adecuados y retomar rutinas escolares unos días antes del inicio de clases puede marcar una gran diferencia. Además, fomentar una actitud positiva hacia la escuela es esencial. Hablar sobre los beneficios del aprendizaje, la socialización y las actividades extracurriculares ayuda a generar expectativas favorables y reduce la resistencia al cambio.

Sin embargo, no todos los estudiantes enfrentan el regreso a clases de la misma manera. Algunos pueden sentir miedo debido a malas experiencias previas, como el bullying o dificultades académicas. Otros pueden experimentar desmotivación tras un período de vacaciones relajado, lo que dificulta la vuelta a una rutina estructurada. Detectar signos de estrés, como irritabilidad, desmotivación o miedo excesivo, es crucial para intervenir a tiempo.

El rol de los docentes también es fundamental en este proceso. Un ambiente escolar acogedor y comprensivo puede aliviar la ansiedad de los estudiantes. Los profesores pueden implementar dinámicas que fomenten la inclusión y la confianza, creando un espacio seguro donde los alumnos se sientan apoyados.

El impacto emocional del regreso a clases varía en cada estudiante, pero con las herramientas adecuadas, la adaptación puede ser más sencilla. El diálogo, la comprensión y la preparación son pilares para garantizar un inicio escolar positivo y saludable. Padres y docentes tienen la oportunidad de transformar este momento en una experiencia enriquecedora, donde los estudiantes no solo aprendan, sino que también crezcan emocionalmente.