El presidente ruso, Vladímir Putin, lanzó un ultimátum a las tropas ucranianas que operan en la región rusa de Kursk. En un discurso televisado el 13 de marzo, Putin afirmó que las fuerzas ucranianas están completamente aisladas y bajo el control del fuego ruso. “Si en los próximos días hay un bloqueo físico, nadie podrá salir. Solo habrá dos opciones: rendirse o morir”, declaró. Además, ofreció una tregua de 30 días. Pero advirtió que cualquier cese al fuego debe abordar las causas del conflicto y evitar que Ucrania se rearme.

Un día después, Putin respondió a un llamado del presidente estadounidense Donald Trump. Este pidió que se “perdonara la vida” de los soldados ucranianos en Kursk. El líder ruso aseguró que garantizará la vida y un trato digno a quienes se rindan, conforme a las normas internacionales y las leyes rusas. Sin embargo, dejó claro que no habrá clemencia para quienes resistan.

Mientras tanto, el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, admitió que la situación en Kursk es “muy difícil”. Sus declaraciones llegaron después de que Trump afirmara en Truth Social que miles de soldados ucranianos están rodeados y en una posición vulnerable. Aunque el ejército ucraniano negó inicialmente estas afirmaciones, Zelensky reconoció la gravedad del escenario en la región.

Rusia anunció avances significativos en Kursk, afirmando haber recuperado ciudades clave como Melovoy, Podol y Sudzha. El Ministerio de Defensa ruso respaldó estas declaraciones con imágenes satelitales del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), que confirmaron el control ruso sobre Sudzha. Putin, durante una visita a la zona, aseguró que Rusia ha recuperado el 86% de la región y prometió liberarla por completo en un futuro próximo.

Sudzha, una ciudad estratégica con una población estimada de 5 mil habitantes antes de la guerra, se convirtió en un símbolo de resistencia para Ucrania tras su ocupación en agosto de 2024. Su recuperación representa un golpe significativo para las fuerzas ucranianas, que ahora enfrentan una ofensiva rusa implacable.

El conflicto en Kursk sigue intensificándose, con Putin presionando por una rendición total y Ucrania luchando por mantener sus posiciones. Mientras las negociaciones de tregua flaquean, la región se ha convertido en un punto crítico de la guerra, con miles de vidas en juego y el futuro del conflicto pendiendo de un hilo.