La carretera que une Arequipa con Juliaca se tiñó de sangre y miedo la noche del 8 de marzo. Cerca de las 11:30 p. m., en el kilómetro 90, a la altura de Pampa de Arrieros, cuatro sujetos armados desataron el caos en una minivan de la empresa Turismo Chaski. Lo que comenzó como un viaje rutinario se transformó en una pesadilla para los 14 pasajeros a bordo.

Los delincuentes, que habían subido al vehículo en el terminal de Gratersa, esperaron el momento preciso para actuar. Tras varios minutos de viaje, desenfundaron sus armas y tomaron el control de la unidad. Con gritos y amenazas, despojaron a los pasajeros de sus pertenencias: mochilas, celulares y dinero en efectivo cayeron en manos de los asaltantes.

La violencia escaló rápidamente. Una mujer de 60 años recibió un disparo en el abdomen, mientras que un joven de 26 años fue alcanzado en la pierna derecha. Ambos, bañados en sangre, fueron trasladados de urgencia al hospital regional Honorio Delgado, donde luchan por recuperarse. El resto de los pasajeros, aunque ilesos, quedaron traumatizados por la brutalidad del ataque.

Los delincuentes no actuaron solos. Testigos presumen que un vehículo los esperaba en la zona para facilitar su huida. Con más de S/ 18.750 en efectivo y objetos de valor, los asaltantes desaparecieron en la oscuridad de la carretera, dejando atrás un rastro de dolor e incertidumbre.

La denuncia del hecho fue presentada en la comisaría de Yura, y la Policía Nacional ya ha iniciado las investigaciones. Sin embargo, la falta de testigos dispuestos a colaborar y la escasa vigilancia en la ruta complican el rastreo de los responsables. Mientras tanto, la comunidad exige mayor seguridad en las vías interprovinciales.

Este violento asalto no solo ha dejado heridas físicas, sino también una profunda sensación de vulnerabilidad entre los viajeros. La ruta Arequipa-Juliaca, vital para el comercio y el turismo, se ha convertido en un recordatorio de que la impunidad sigue campando a sus anchas en las carreteras del sur del país.