Jesús Lima P., de 24 años, enfrentará nueve meses de prisión preventiva por el intento de feminicidio contra su conviviente. El 24 de febrero de 2025, en un acto de violencia extrema, Lima golpeó a la víctima en la cabeza con una botella de vidrio y la apuñaló en el mentón con un cuchillo. La mujer, en un acto desesperado, logró arrebatarle el arma, lanzarla lejos y huir para salvar su vida. Fue auxiliada por vecinos y trasladada al centro de salud de Iquipi, donde recibió tratamiento por sus heridas.
La relación entre Lima y la víctima, de apenas siete meses, estuvo marcada por el terror. Ella sufrió constantes agresiones físicas y psicológicas, pero no denunció los hechos por miedo. Lima la amenazaba con atacar a sus familiares y a ella misma si se atrevía a hablar. Además, ejercía un control absoluto sobre su vida: le prohibía salir de casa y comunicarse con la familia del padre de su hija, a pesar de que ellos cuidaban a la menor.
El fiscal provincial Giovanni Martin Matos Palza presentó pruebas contundentes para sustentar la prisión preventiva. Entre ellas, el certificado médico legal que detalla las lesiones de la víctima, su declaración, actas de inspección criminalística y el cuchillo usado en el ataque. Estos elementos fueron decisivos para que el juez aceptara el pedido de la Fiscalía.
La investigación reveló que el ataque ocurrió mientras Lima estaba bajo los efectos del alcohol. La víctima, en un momento de lucidez, llamó a su hija para pedir ayuda, pero Lima interceptó la llamada y la agredió. Este hecho fue el detonante que la llevó a enfrentarse a su agresor y buscar justicia.
La prisión preventiva garantiza que Lima no escape mientras se desarrolla el proceso judicial. El fiscal Matos Palza formalizó la investigación preparatoria, acusándolo de tentativa de feminicidio. Este caso no solo expone la violencia de género, sino también la valentía de una mujer que decidió romper el silencio.
Ahora, la justicia tiene la palabra. Mientras Lima espera en prisión, la víctima y su familia buscan reconstruir sus vidas, libres del miedo que por meses las paralizó. Este caso es un recordatorio de la importancia de denunciar la violencia y de la necesidad de proteger a quienes deciden alzar la voz.