En un fallo sin precedentes, la justicia chilena condenó a 34 miembros del Tren de Aragua, una de las organizaciones criminales más temidas de América Latina, a penas que suman casi 560 años de cárcel. Este duro golpe judicial marca un hito en la lucha contra el crimen organizado en la región. Y refuerza la cooperación internacional para combatir a esta banda de origen venezolano.

Los condenados fueron identificados como parte de una célula del Tren de Aragua operando en Chile. Se les encontró culpables de una serie de delitos graves, incluyendo tráfico de drogas, secuestros, extorsiones y homicidios. Las investigaciones revelaron que la banda operaba con una estructura jerárquica y utilizaba métodos violentos para mantener el control de sus actividades ilícitas.

El caso se remonta a una operación conjunta entre la Policía de Investigaciones de Chile (PDI) y fiscales especializados, quienes lograron desarticular la red criminal tras meses de seguimientos y allanamientos. Durante los juicios, se presentaron pruebas contundentes, como interceptaciones telefónicas, testimonios de víctimas y documentos que vinculaban a los acusados con los crímenes.

El juez a cargo del caso destacó la peligrosidad de la organización y la necesidad de enviar un mensaje claro a otros grupos criminales. “Estas penas históricas reflejan la gravedad de los delitos cometidos y el daño causado a la sociedad. No toleraremos la impunidad”, afirmó durante la lectura del veredicto. Las condenas individuales oscilaron entre 5 y 30 años de prisión.

El Tren de Aragua, originario de Venezuela, ha expandido su influencia a varios países de América Latina, incluyendo Colombia, Perú y Ecuador. Su presencia en Chile se ha vuelto particularmente preocupante debido a su participación en el tráfico de drogas y la explotación de migrantes. Las autoridades chilenas han intensificado sus esfuerzos para combatir a la banda, pero reconocen que se necesita mayor cooperación regional.

Este fallo judicial no solo representa un triunfo para las fuerzas de seguridad chilenas, sino también un llamado de atención para otros países de la región. Expertos en seguridad advierten que, aunque este golpe debilita al Tren de Aragua, la organización podría reorganizarse. Por ahora, las víctimas y sus familias celebran un paso hacia la justicia, mientras las autoridades redoblan esfuerzos para evitar que el crimen organizado siga expandiéndose.