Abel de la Encarnación Delgado (Arequipa, 1841 – 1909? 1914?) fue un poeta y editor peruano del siglo XIX, dedicado principalmente a la escritura poética. Nacido en Arequipa, donde estudió Letras, publicó su primer texto poético, Violetas, en 1865. A lo largo de su vida, desempeñó diversos cargos, como la judicatura de primera instancia en Tarma e Islay, y se trasladó a Lima, donde colaboró en periódicos y revistas. Dirigió y editó La Bella Limeña. Periódico Semanal para las Familias (1872), una publicación pionera dirigida a las mujeres de la capital, con colaboraciones de destacadas figuras como Juana Manuela Gorriti y Ricardo Palma. Además, junto a Peter Bacigalupi, editó El Perú Ilustrado (1887-1892), una revista innovadora en formato gráfico y contenido, donde publicó bajo el seudónimo Adelaed.
Abel de la Encarnación también colaboró en El Correo del Perú con estudios sobre educación y publicó el libro de poemas Corona poética de la Santísima Virgen (1879). Aunque se menciona un libro inédito, Brisas del Rímac, su obra más reconocida se centra en su labor editorial y su contribución a la literatura peruana del siglo XIX. Su fecha de fallecimiento sigue siendo incierta, con dos posibles años: 1909 o 1914. Su legado refleja su compromiso con la cultura y la difusión literaria en el Perú.
ARRULLO
(A mi hijita Zoraida)
Dors man infant!
Tierno lirio del valle
de blancas flores,
en regalado sueño,
duerme no llores;
Tu cariñosa madre
por ti vigila;
como las mariposas
Duerme tranquila.
Yo también a su lado,
con paz y calma,
Velare, mientras duermes,
Hija de mi alma; y pues eres el ángel
de mi alegría,
como un ángel del cielo.
Duerme, hija mía.
Paloma del paraíso
Recién venida;
de las prendas de mi alma
la más querida,
fruto muy bendecido
de mis amores,
reclínate en mi pecho
Duerme y no llores!
Esa cuna de perlas
en que reposa
como un beso del aura
dentro de las rosas,
Los ángeles la han hecho
con santos lazos:
ellos son tus hermanos,
duerme en sus brazos!
Y mientras tu disfrutes
blando beleño,
la Reina de las Reinas
guarde tu sueño,
duerme, blanca paloma,
mi única amiga,
sonrisa de los cielos…
¡Dios te bendiga!