CPC Giovanna García Jarufe. Docente de la Escuela de Contabilidad de la Universidad Católica San Pablo
Hubo una época en la que los dinosaurios, majestuosos y dominantes, parecían invencibles hasta que las condiciones cambiaron y desaparecieron. Algo similar se dice de la contabilidad ¿será verdad?
Con mucho desconcierto, los profesionales contables leemos, con cierta frecuencia, comentarios como: “Con la implementación de registros y declaraciones prellenadas, muchos contribuyentes ni siquiera van a necesitar un asesor o un contador” o “Gracias a la IA, la profesión contable dejará de existir”. Tal parece que algunas personas consideran que, al igual que los dinosaurios, la contabilidad desaparecerá frente al meteorito de la tecnología.
Lo cierto es que este tipo de comentarios reflejan un desconocimiento del verdadero valor de la profesión contable y de la función de la automatización que, si bien facilita tareas, no reemplaza el criterio experto.
Así como la escritura cuneiforme revolucionó el registro financiero en la antigüedad, la tecnología lo hace hoy, transformando herramientas y funciones contables. Sin embargo, la clave sigue siendo la misma: adaptarse, innovar y aportar valor más allá del simple registro de números o del cálculo de impuestos.
Parafraseando a mi querido amigo Jorge Tua Pereda, la contabilidad ha estado siempre ligada a los valores culturales e intelectuales de cada época, influyendo en la evolución del pensamiento económico y social, así como en el desarrollo del entorno en el que opera.
Esta conexión se hace evidente en los orígenes mismos de la contabilidad, cuando alrededor del año 3200 a.C., los sumerios empleaban tablillas de arcilla para registrar transacciones comerciales, gestionar inventarios y administrar la distribución de recursos mediante escritura cuneiforme.
Las tablillas de arcilla no solamente sentaron las bases de la contabilidad, sino que también demuestran que la profesión contable existía mucho antes que la moneda y los bancos. Asimismo, evidencian que, antes de que la escritura adquiriera un propósito literario, surgió como una herramienta indispensable para la gestión contable y administrativa.
Por otro lado, los emprendedores y empresarios deben recordar que la contabilidad abarca áreas como la auditoría, la contabilidad gerencial y el control de gestión, entre muchas otras que requieren análisis y estrategia.
La tributación, aunque importante, no es el eje central del trabajo contable. Por ello, las facturas digitales, los libros electrónicos y los avances tecnológicos en la recaudación de impuestos no harán que se prescinda de la asesoría contable.
Ahora más que nunca, las micro y pequeñas empresas (mypes) requieren de una visión estratégica que impulse su crecimiento y les permita desarrollarse de manera sostenible. Para ellas, la contabilidad no es un lujo sino una necesidad. Como bien dijo Pacioli: “Al que tiene un comercio y no está al tanto de él, se le escapan volando los dineros como si fueran moscas”. ¡Atención!