En el marco de su controvertida juramentación para un tercer mandato, Nicolás Maduro afirmó que Venezuela se prepara para una ofensiva armada junto a Cuba y Nicaragua. “Nos estamos preparando con nuestros hermanos mayores para defender la soberanía si es necesario tomar las armas y volver a ganar la batalla”, declaró el líder chavista durante el cierre del Festival Mundial de la Internacional Antifascista, celebrado el pasado viernes en Caracas.
Maduro respondió directamente a los llamados de los expresidentes colombianos Álvaro Uribe e Iván Duque, quienes han insistido en la necesidad de una intervención internacional que facilite una transición democrática en Venezuela. “Cobarde, ven tú al frente de la tropa. Te espero en el campo de batalla”, expresó el mandatario, dirigiéndose con vehemencia a Uribe mientras intensificaba su discurso contra lo que calificó como “enemigos de la revolución”.
El evento del 10 de enero marcó una nueva etapa en la crisis política venezolana, profundizando la falta de reconocimiento internacional hacia el nuevo mandato de Maduro. La oposición asegura que Edmundo González Urrutia ganó legítimamente las elecciones y acusa a Maduro de perpetuar un gobierno sin legitimidad, exacerbando la inestabilidad política en el país.
El chavismo, en respuesta, ha incrementado la propaganda militar y las manifestaciones públicas de apoyo. Este sábado, una transmisión televisiva mostró a jefes militares proclamando lealtad al presidente, respaldados por formaciones militares, equipos desplegados y vehículos blindados en lo que Maduro calificó como un acto necesario contra la “guerra psicológica” de sus enemigos.
Mientras tanto, la persecución contra opositores se intensifica. Según la ONG Foro Penal, en los primeros días de 2025 se han realizado más de 75 detenciones de dirigentes acusados de planificar actividades terroristas. Paralelamente, la Ley Simón Bolívar aprobada por el Parlamento el año pasado ha reforzado las penas contra quienes sean percibidos como amenazas a la seguridad nacional.
En este contexto, Maduro sigue defendiendo su mandato frente a las acusaciones de fraude, reivindicando su discurso como un bastión de resistencia ante lo que describe como intentos de intervención extranjera. La estrategia de radicalización política y militar parece ser su respuesta a una crisis que ha alcanzado un punto crítico.