El secuestro de Rafael Tudares, yerno del considerado presidente electo de Venezuela, Edmundo González Urrutia, desató una ola de indignación en el país y en la comunidad internacional. Hombres encapuchados interceptaron a Tudares cuando se dirigía a dejar a sus hijos en la escuela. González denunció el acto como una nueva táctica de intimidación del régimen de Nicolás Maduro.

Mariana González, hija del líder opositor y esposa de Tudares, emitió un llamado desesperado a través de un comunicado. En este expresó que su esposo es inocente y calificó su secuestro como un acto de represalia por formar parte de la familia González. «No hay persecución que doblegue la convicción de un inocente», declaró con firmeza Mariana. Y reiteró que Tudares siempre se ha dedicado a proteger a su familia.

La situación política de Venezuela se vuelve cada vez más tensa a medida que se aproxima la toma de posesión de poder en Venezuela. La dictadura de Maduro intensificó los actos represivos, particularmente contra familiares y seguidores del Edmundo González. Este secuestro representa el ejemplo más reciente de una estrategia de miedo y control.

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Luis Almagro, secretario general de la OEA, exigió la liberación inmediata de Tudares. A través de un mensaje en X, calificó el secuestro como un acto inaceptable de presión política. Además, Almagro subrayó que observadores internacionales certificaron la victoria de González Urrutia, lo que refuerza la legitimidad de su mandato.

La presencia de fuerzas de seguridad en Caracas aumentó notablemente en los últimos días. Las autoridades desplegaron un número masivo de policías y militares, generando un clima de temor entre los ciudadanos. Esta situación refleja el nerviosismo del régimen ante la inminente llegada de González Urrutia a Venezuela, un cambio que promete transformar el panorama político del país.

El caso de Rafael Tudares no es aislado. Mariana González aseguró que más de 2 mil familias venezolanas han sufrido la detención de seres queridos por razones políticas desde las elecciones. Estos datos revelan un patrón sistemático de violaciones a los derechos humanos, que sigue marcando la gestión de Maduro.