La frase «¡Agro sí, mina no!» se ha transformado prácticamente en un himno para los pobladores del Valle de Tambo que rechazan el proyecto minero Tía María. Una postura similar adoptó la gobernadora regional de Moquegua, Gilia Gutiérrez. Declaró que la represa Yanapuquio «¡no va!» si su región no recibe beneficios primero.
La gobernadora Gutiérrez Ayala agregó un nuevo obstáculo al proyecto Yanapuquio, diseñado para mejorar la disponibilidad de agua en el sur del país. Moquegua exige que la represa, ubicada en su territorio, priorice el abastecimiento para sus habitantes. Esto incluso si se requiere retrasar o modificar el diseño original del proyecto.
Esta postura de Moquegua afecta directamente a la provincia de Islay, en la región Arequipa, que también necesita Yanapuquio para optimizar su sistema agrario. Las exigencias moqueguanas reavivan la histórica disputa por el manejo del agua en la zona. Y reflejan la ausencia de acuerdos en proyectos de infraestructura clave, como ya ocurrió entre Cusco y Arequipa durante la planificación de la represa de Angostura para el proyecto Majes Siguas II.
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Aunque Gutiérrez asegura no oponerse al proyecto, justifica su posición argumentando una deuda histórica de compensaciones hídricas con Moquegua. Sin embargo, al plantear estas demandas, minimiza el impacto que los retrasos podrían tener en el desarrollo agrícola y económico de ambas regiones, perpetuando un conflicto innecesario.
En contraste, Gutiérrez criticó al Ejecutivo por no resolver la contaminación del río Tambo, atribuida a una minera ubicada en Moquegua, que perjudica directamente al Valle de Tambo en Arequipa. Su actitud defensiva ante este problema debilita su argumento de priorizar el bienestar común entre ambas regiones.
Este conflicto ilustra un problema más amplio a nivel nacional. Hay la falta de una visión macroregional para gestionar los recursos. Además de ello, esta la incapacidad de los líderes locales de priorizar el desarrollo colectivo sobre los beneficios inmediatos para sus propias regiones. La polarización únicamente retrasa proyectos esenciales para el sur del país, donde la escasez hídrica sigue siendo uno de los problemas más críticos.