El coronel Harvey Colchado, reconocido por su incansable lucha contra el crimen organizado y la corrupción, fue retirado de la Policía Nacional del Perú (PNP) por “renovación de cuadros”. Esta decisión fue oficializada mediante resolución firmada por el ministro del Interior, Juan Santiváñez, desatando críticas sobre posibles represalias políticas en su contra.
Desde su ingreso a la PNP en 1997, Colchado lideró operaciones cruciales. Entre sus logros destacan la captura de “Artemio”, cabecilla de Sendero Luminoso, y la desarticulación de mafias que financiaban el terrorismo en el Alto Huallaga. Su trayectoria lo convirtió en un referente en la lucha contra el crimen organizado.
En 2016, Colchado creó la Diviac, una unidad especializada que desarticuló más de 300 organizaciones criminales. Su labor contra la corrupción de funcionarios y mafias económicas le granjeó el respeto de muchos, pero también el rechazo de políticos y sectores que se sentían amenazados.
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El coronel denunció presiones desde el poder político. Según relató, recibió propuestas de ascenso y privilegios a cambio de frenar investigaciones contra figuras del gobierno. Entre ellas las relacionadas con casos de corrupción en los ministerios de Transportes y Vivienda. Al negarse, los altos mandos policiales lo destituyeron.
Su pase al retiro coincide con investigaciones sensibles, como el caso “Los Cuellos Blancos” y las denuncias contra funcionarios del actual gobierno. Estas coincidencias refuerzan la percepción de que el poder político castiga a Colchado por su independencia y firmeza al enfrentar a mafias protegidas por el Estado.
Colchado se despidió con un mensaje contundente: “Los buenos policías no agachamos la cabeza ante el poder corrupto”. Su caso expone una preocupante dinámica, en la que la lucha contra la corrupción no solo enfrenta al crimen organizado, sino también a un sistema político que intenta silenciar voces incómodas para el gobierno central.