Escribe: Víctor Miranda Ormachea
A propósito del ninguneo que se practica con el reggaetón y con el trap, sosteníamos una conversación con algunos amigos respecto de las posibilidades de expansión de los géneros musicales dado que muchos de ellos parecen encontrarse confinados a agotar sus limitados recursos hasta la extinción. No es el caso del odiado reggaetón, a cuya base rítmica acude ahora hasta la sacerdotisa mayor de la música avant garde: Bjork. Pero no es un caso aislado o casual, de hecho el reggaetón en los últimos años ha dado paso a varias escenas paralelas con artistas que empiezan a deconstruirlo y reinventarlo en nuevas e interesantes entregas. La prueba mas popular de ello es Arca, íntimo de Bjork, que ha desmembrado al género para retornarlo en azotes electrónicos de glitch y ambient. Similar situación sucede con su colega Sega Bodega, o con otras notables figuras como Meth Math, La Chica, Virgen María o con la irredenta y desvergonzada escena española, liderada por Bad Gyal, La Zowi, Bea Pelea, Yung Beef o Mueveloreina. Tampoco, es el caso del trap, que ha llevado a todos los límites sus recursos dando lugar a actos tan extremos como Ic3peak, Scarlxrd, Ghostemane, Zheani, o incluso algunas facetas de la epifánica Eartheater, quien es capaz de prodigar neoperreos líricos y oníricos o piezas para cuerdas y bronces en clave baroque pop.
Del mismo modo se ha visto en los últimos años una renovación incluso de la cumbia, que si bien procura sostenerse cómoda en sus esquemas, al menos se versatiliza en sus facetas regionales, obteniendo populares resultados como la cumbia villera trastocada en cumbia urbana en los últimos años, en donde figuras argentinas dan la hora en latinoamerica como en España. Tini, Emilia, Maria Becerra, Nicky Nicole, Ke Personajes y otros tantos han conseguido que el subproducto que hace décadas importaron los gauchos, tome la delantera en su exportación sonora, ahora vendida como producto argento.
Pero en la conversación salieron a flote otros géneros que se han tornado irremediablemente en reductos redundantes sin intención de variar ni mucho menos de arriesgar. Géneros como la música criolla, el merengue, la bachata o, especialmente, la salsa. De hecho el diálogo nos hizo caer en la cuenta de que aparentemente no existe ninguna escena paralela para la salsa. Parece ser que toda la salsa que se realiza actualmente se encuentra conducida al consumo mainstream. Evidentemente existen sub géneros y raíces que han hecho de la salsa lo que es hoy, pero resulta una tarea casi imposible detectar artistas que practiquen salsa de avanzada, o que por lo menos lo intenten. Una búsqueda infructuosa y no tan somera nos llevó a lo ya previsto: no es fácil encontrar algún proyecto que pretenda arriesgar con la salsa, implementando elementos a sus rígidos parámetros. Es posible que la intención mercantil del género haya dominado completamente a sus representantes, dejándolos sin la iniciativa que tuvieron sus precursores, de modo que hoy en día no contamos con artistas que resulten al menos interesantes. ¿Será un signo de su extinción o se sostendrá el género únicamente en sus regodeos cliché?
Cierto es que la perspectiva popular pareciera apuntar a lo contrario, el ojo masivo (y chauvinista) pretende creer que artistas como Yahaira Plasencia, Daniela Darcourt, Son Tentacion, Amy Rodríguez o Brunella Torpoco, entre otros, constituyen la reivindicación (y reivención) del genero, en lo que se ha venido a llamar salsa perucha, sosteniendo sus afirmaciones en el exito nacional y leve resonancia internacional que estos representantes han obtenido. Sin embargo, basta repasar los cancioneros y catálogos de estos soneros para advertir que se trata únicamente de producciones de laboratorio, concebidas bajo la bitácora de lo funcional y convencional. Creaciones acaecidas con el proposito de divertir, llevar al baile, a la alegria y al jolgorio, lo cual no esta mal, pero dista mucho de ser la esperanza salvadora de la salsa.
Puede que me equivoque, pero, casi puedo afirmar que no existe salsa mas allá de la salsa que ya conocemos. Y si esta afirmación resulta comprobable, acudimos al triste deceso de otro género que se asfixió en sus limitaciones. Ojala me desmientan.