Inundaciones en Indonesia, Tailandia y Sri Lanka dejan casi 400 muertos

Ciudades enteras bajo el agua, morgues desbordadas y miles de familias atrapadas en techos o árboles componen el dramático paisaje que dejaron las precipitaciones extremas en el sur y sureste de Asia. En Indonesia, Tailandia y Sri Lanka, las inundaciones y deslizamientos elevaron la cifra de muertos a casi 400, mientras equipos de rescate recorren zonas aún inaccesibles y autoridades admiten que el número podría seguir subiendo en las próximas horas.

En Indonesia, la isla de Sumatra concentra el golpe más severo. Las autoridades ya contabilizan al menos 174 fallecidos y 80 desaparecidos, mientras el lodo bloquea caminos y el nivel del agua hace imposible acceder a varias localidades. El jefe de la BNPB alertó que aún quedan áreas aisladas donde podrían hallarse más víctimas. En Medan, el agua llega hasta la cadera y los equipos de emergencia dependen del clima para enviar helicópteros. Historias como la de Misniati, que luchó contra la corriente para reunirse con su esposo, revelan la magnitud del desastre en las zonas rurales.

Tailandia enfrenta su propia tragedia con un repunte abrupto del número de muertos: 145 en total, más de un centenar solo en la provincia de Songkhla. En Hat Yai, cientos de personas tuvieron que trepar a los techos a la espera de ser rescatadas. La morgue local colapsó, incapaz de recibir más cuerpos. El gobierno reaccionó suspendiendo al jefe del distrito por su lenta respuesta, mientras vecinos relatan cómo el agua pasó de los tobillos al segundo piso en cuestión de horas, obligándolos a evacuar a bordo de embarcaciones improvisadas.

En Sri Lanka, los deslizamientos de tierra cobraron 69 vidas y mantienen a 34 personas desaparecidas. En el distrito de Badulla, 26 víctimas quedaron sepultadas bajo toneladas de tierra. El ejército se desplegó con helicópteros y botes para sacar a las familias atrapadas en zonas remotas, donde la lluvia no da tregua. Algunas áreas han registrado hasta 360 milímetros de agua en apenas 24 horas, dejando caminos destruidos y aldeas enteras desconectadas.

La región vive una temporada de lluvias marcada por el monzón y agravada por una tormenta tropical, un patrón que se repite cada año pero que ahora se intensifica por el cambio climático. ONG como WALHI advierten que la deforestación y la expansión de monocultivos y minería han debilitado la capacidad natural del territorio para absorber el agua. En medio del desastre, Malasia también reporta víctimas en Perlis, y todos los países coinciden en que la emergencia seguirá mientras persistan las precipitaciones.