Oswaldo Calle Talavera. Analista Político
La izquierda ha tenido enormes problemas en los últimos años. Uno es su fragmentación y otro es la poca aparición de cuadros importantes. El talento humano y político no aparece con claridad, los cuadros no solamente no son formados, no hay el interés necesario para una militancia política con ideología cultileída y lo suficientemente clara como para soportar un debate político que forme los funcionarios o candidatos del mañana.
Después de la enorme victoria de Pedro Castillo, un profesor que simbolizaba todo lo contrario a su contrincante de turno, la izquierda recae y hace lo que ya hizo antes, se pelea, se fragmenta y no encuentra el equipo que pueda iniciar el cambio que creyó podía lograr.
Nadie tiene el monopolio de las buenas intenciones para con el país. La izquierda usaba sus armas retóricas, tenía un discurso que favorecía el momento y que le funcionó, para después decepcionar con un Castillo que se le caía la banda presidencial. La misma que era “XL” para la intelectualidad de un presidente de talla “S”.
Ese porcentaje que llevó a Castillo a segunda vuelta necesitaba un líder de reemplazo, que en cuatro años no pudo ser encontrado. La izquierda cada vez más fragmentada y con lenguaje repetitivo y revelado por sus opositores, desperdició una oportunidad histórica, quizás la única que se le presentaría a un profesor de poner su nombre en lo más alto con un gobierno digno.
Verónika Mendoza, activista llamada a volver a postular, reacciona y decide dar la posta a un puneño de procedencia campesina, Vicente Alanoca, educado en Puno y con doctorado en Derechos Humanos y Desarrollo por la universidad Pablo de Olavide de Sevilla-España. Además, Doctor en Historia, Magister en Lingüística Andina y Educación, antropólogo, docente universitario, licenciado en Educación secundaria, miembro del Comité Científico y conferencista en universidades de Lima y el sur del país. Y fundador de la Asociación del Centro Crítico del Pensamiento Aimara y traductor interprete del Ministerio de Cultura y del Poder Judicial. Aficionado a la música de sikuris, toca zampoñay es exsoldado que ejerce el activismo de la cultura andina desde adentro, entre otros laureles.
¿Le es suficiente a Alanoca, con su vida académica, su identificación con el campo y el Ande, para atraer el mismo voto que Castillo conquistó? Alanoca, habla de forma interesante de sus conceptos del bien común y del buen vivir con el arte de gobernar. Es la apuesta de un Puno que ha sido maltratado, tierra que vio morir a 18 manifestantes el 2023, donde Boluarte mintió, lo cual para la cultura aimara es una traición. Escuchar a Alanoca de su amor por su tierra es destacable, hasta que habla de Evo Morales y lo destaca, o hasta que le preguntan por Venezuela y torea la pregunta y no la define como dictadura.
Alanoca no tiene profesores que estén expectantes y fieles en una candidatura. Alanoca no tiene el sindicato más grande del país a su favor. Alanoca no tiene esa simpatía ni el discurso que debería por los diplomas que exhibe. Su candidatura adornará la época electoral y será un actor importante al que veo debilidades en rapidez de respuesta que sus opositores identificarán como punto para atacar.
Mientras haya más de una derecha y se peleen entre ellos, personajes como Alanoca tendrán una posibilidad de protagonismo en una elección donde tendremos una cédula gigantesca con 43 partidos entre los cuales elegir. Ergo, ¿es suficiente Vicente Alanoca?