El Toromata: Los orígenes de Sebastián Barranca

Abg. Arturo Montesinos Neyra. Analista político

José Sebastián Barranca Lovera (1830-1909) constituye una de las figuras más notables de la ciencia, la docencia y la filología en el Perú del siglo XIX. Su trayectoria académica y profesional ha sido reconocida en diversos espacios, pero rara vez se examina con detalle el impacto de su infancia, la influencia de sus padres y los primeros estudios que realizó en lugares como el distrito de Jaquí, en la provincia de Caravelí. 

Sebastián Barranca nació el 20 de enero de 1830 en Acarí, que en ese entonces pertenecía a la provincia de Camaná, (quizás por ello Camaná lo reconoce como uno de sus hijos predilectos) (Wikipedia, s. f.). Sus padres fueron José Manuel Barranca Cabello e Isabel Lovera Mendoza, quienes le dieron un hogar modesto. Las referencias biográficas señalan que su niñez transcurrió en un ambiente de limitados recursos económicos, situación que condicionó el curso de su vida temprana.

A los tres años de edad, Barranca se trasladó con su madre al distrito de Jaquí, en Caravelí. Los registros sugieren que la decisión de su madre respondió a la búsqueda de mejores condiciones de vida y de un entorno más seguro para la crianza del niño. La ausencia recurrente del padre, ya sea por obligaciones laborales o por otros motivos, hizo que fuera Isabel Lovera quien asumiera la responsabilidad principal en su educación temprana.

Es en Jaquí que Sebastián inició su educación elemental en una institución, modesta y rural. La misma que le brindó las primeras herramientas de lectura, escritura y aritmética. No obstante, su formación no fue continua: su educación primaria fue “dispersa”, ya que además estudió en Ica, antes de trasladarse a Lima a los 15 años.

El hecho de que sus primeros aprendizajes se desarrollaran en un contexto rural, con recursos limitados y metodologías tradicionales, no impidió que Barranca demostrara una curiosidad constante por las ciencias y las letras. Al contrario, estas condiciones lo obligaron a desarrollar un carácter autodidacta y flexible, que más tarde sería determinante en su carrera como científico, docente y traductor.

La decisión de Isabel Lovera de llevar a su hijo a Jaquí revela una estrategia de supervivencia típica de muchas familias del Perú. La movilidad en busca de mejores oportunidades de subsistencia era común. Aunque no se conservan documentos que detallen las actividades de José Manuel Barranca en Acarí, las fuentes coinciden en que la familia no pertenecía a la élite local. Esa condición explica la búsqueda de espacios alternativos de trabajo como Jaquí.

Los años en Jaquí le aportaron a Barranca varios elementos cruciales:

1. Primer contacto con la educación formal: la instrucción recibida de Pablo Dávalos le permitió sentar las bases de su alfabetización.

2. Resiliencia educativa: la experiencia de moverse entre distintos lugares de estudio le enseñó a adaptarse y a valorar la educación como medio de superación.

3. Conciencia del Perú profundo: crecer en un ambiente rural, vinculado a la provincia, lo acercó a las realidades culturales y lingüísticas que más tarde defendería, especialmente a través de la traducción del Ollantay y de sus investigaciones en lenguas indígenas.

La infancia de Sebastián Barranca en Jaquí y la influencia decisiva de su madre, Isabel Lovera, fueron factores determinantes en su vida. El hecho de provenir de una familia humilde y haber pasado por escuelas rurales no frenó su desarrollo; por el contrario, le permitió construir una visión amplia y un compromiso con la educación y la cultura. Sus logros como científico y filólogo encuentran sus raíces en ese pequeño distrito de Caravelí, recordándonos que incluso en los escenarios más modestos pueden gestarse trayectorias extraordinarias.

El legado de Barranca invita hoy a reflexionar sobre la urgencia de fortalecer la educación en zonas rurales y reconocer la riqueza cultural de los pueblos del interior del país, que tantas veces han sido invisibilizados. Así, desde Jaquí, Sebastián Barranca emprendió un camino que lo llevaría a la eternidad del conocimiento.