Jarana Crítica: Ganará el pendejo sin rabo de paja

Oswaldo Calle Talavera. Analista Político

En el Perú, a diferencia de otros países, la palabra “pendejo” describe al astuto y taimado. Es una palabra altisonante que contiene habilidad, sagacidad y que describe al vivo, al avispado, el que aprovecha las oportunidades a su favor. Quizás sin mucha justicia de merecimiento, pero, que se sale con la suya.

Con las licencias que el lenguaje y el habla popular me permiten, voy a referirme al pendejo político, ese personaje que saber mentir, que domina la escena, sabe responder, que, aunque tenga cosas que esconder o algunos muertos en el closet, su habilidad y rapidez le son suficiente para conseguir lo que persigue. Todo con enfrentamiento, desfachatez y una palabra fea muy nuestra que sólo es entendida y sirve aquí en Perú: “conchudez”.

Sin Vizcarra en la escena política, que encarnaba la “pendejada”, hay un personaje que ya es candidato sin ser elegido aún por su partido. Maneja medios y tiene un entrenamiento habitual frente a una cámara y la suficiente impudicia para pechar a quien se le cruce. 

En el entendimiento de que, las elecciones se van a decidir más en redes sociales que en medios tradicionales, y que el titular repetido en “clips” importa más que la lectura de 10 hojas de una parte del plan de gobierno, el “media training” va a ser decisivo y hay un candidato qué sin muchos méritos intelectuales, académicos o experiencia estatal, toma ventaja. Phillip Butters Rivadeneira expone su desempaño escénico con facilidad. Su respuesta rápida es oportuna, no busca la palabra difícil y sus características de publicista le ayudan en la exhibición de su candidatura, su discurso es fácil y la repetición de ideas fuerza hace que se distraigan sus incapacidades y debilidades. 

Butters rechaza las encuestas, te habla de fútbol y te pone una “chapa”. Es ágil, aunque sin profundidad; busca ese enorme sector del centro sin ocultar su lado conservador. Nombra y pone en el mapa -con «pendejada»- a Alanoca, a Cerrón o a Mendoza, a quienes sabe ganaría por descarte y por la última experiencia. 

Butters es como el matón de la clase a quien su papá le ha dicho que modere su comportamiento para recibir una propina o premio mayor a fin de año. El “pendejo” que no va a titubear en enfrentarse al que está al costado, así sea su amigo o su tío. 

Butters sabe quiénes serían sus aliados si pasa a segunda vuelta, y sabe a quién ganaría. Le es favorable la entrevista larga, el clip de Tik Tok, le gusta jugar fuerte porque así le permiten responder fuerte y que no lo tilden de abusivo ni vulgar, aunque lo fue tiempo atrás. 

Pechó a los que lideran el sector en el que compite, su tío, hoy alcalde de Lima, tiene lo que no tiene Butters: dinero y una alcaldía que no soltará hasta que la ley se lo diga y le permita postular mientras hace campaña desde “La MuniLima”. Recordemos el papelón de López Aliaga en el debate presidencial anterior, recordemos que, leyó dos veces una repuesta en dos preguntas distintas, que se le cayó el papelito, tuvo sudoración excesiva y alto nerviosismo. Escucharlo nos hacía dudar de su sobriedad y que, con oratoria lamentable, perdió mucho asistiendo a un debate que lo dibujó de cuerpo entero.

La comparación cae por su propio peso, Butters es el sobrino pendejo. Quizás sin saberlo usa el agonismo de la filosofía política, dándole importancia al enfrentamiento y al conflicto, reconociéndolo como parte de una democracia plural. Hablador, que se lleva bien con varias cabezas de diferentes tiendas políticas, vio un nicho en el que, en un país huérfano de liderazgos intelectuales y políticos, queda espacio siempre para el “pendejo”, el que no sé si se salga con la suya al final, pero que va a pasar la valla, competir y que va a animar la campaña electoral con varios titulares de esos que les gusta a la juventud que por primera vez va a votar. 

Nos van a hablar de Seguridad, de economía, salud, trabajo y todo con estabilidad política. Va a primar el que mejor sepa comunicarlo y al que le sonrían los medios nuevos. Siempre habrá un espacio para el pendejo y si no tiene rabo de paja, mejor.