Donald Trump y Vladimir Putin se reunieron en Anchorage, Alaska, para discutir la guerra en Ucrania, pero no alcanzaron un acuerdo de cese del fuego. Pese a calificar el encuentro como “constructivo” y “productivo”, las posiciones sobre los territorios en disputa se mantuvieron distantes.
Putin abrió la presentación formal reafirmando su reclamo sobre cinco regiones ucranianas y la península de Crimea, sosteniendo que un acuerdo duradero requiere “eliminar las causas principales del conflicto”. También afirmó que si Trump hubiera estado en la Casa Blanca en 2022, la guerra no habría estallado. Trump, por su parte, improvisó su balance, señalando que “se acordaron muchos puntos” aunque admitió que aún quedan temas por resolver.
El presidente ruso invitó a Trump a continuar las conversaciones en Moscú, mientras que el mandatario estadounidense anunció que informará a Volodimir Zelenski y a líderes europeos como Emmanuel Macron, Friedrich Merz, Giorgia Meloni y Keir Starmer sobre el contenido de la cumbre. Estos últimos han presionado para que no se acepten las exigencias de Moscú de intercambiar territorio ucraniano por un alto al fuego.
Pese a la falta de un acuerdo, ambos líderes resaltaron avances y mantuvieron un tono cordial. Trump y Putin coincidieron en que habrá próximos encuentros, con la posibilidad de que el siguiente sea en la capital rusa. La cita en Alaska, sin embargo, dejó en claro que persisten profundas diferencias sobre el futuro territorial de Ucrania.
La reunión se desarrolló bajo fuerte cobertura mediática y en un contexto de alta tensión geopolítica. Para Putin, la presión de las capitales europeas representó una derrota estratégica, mientras que para Trump fue una oportunidad de mostrarse como mediador internacional. Ambos partieron de Alaska sin compromisos concretos, dejando en suspenso el rumbo de las negociaciones.