La Pontezuela: ¿Migraciones o ivasiones?

Por: Sergio E. Mostajo C. Periodista

Vivimos en una sociedad dinámica y bullente. Somos seres que nos movilizamos de forma constante por diversos motivos, ya sea por comercio, por trabajo, por nuevas oportunidades, por cultura, por política; la movilidad social nos es inherente.

En nuestro país hemos asistido a migraciones masivas. De las que tengo recuerdo y se han fijado en mi memoria debo citar la ocasionada por la fallida reforma agraria del gobierno militar de Velazco. Miles se fueron a vivir a las grandes ciudades en busca de trabajo. Otra migración masiva fue causada por el terrorismo. Igualmente, miles abandonaron sus casas y sus tierras huyendo de la violencia.

Creo que desde entonces la migración se ha tornado en incontrolable. Desde mi punto de vista se ha convertido en una invasión, ya no solo de las grandes ciudades sino de todas aquellas que ofrezcan oportunidades de mejora.

El grave problema es que son migraciones inorgánicas, sin control, informales y hasta ilegales desde el momento que, so pretexto de tener una vivienda, invaden cuanto espacio libre encuentran sin que importe si son zonas de riesgo, intangibles, áreas verdes, reservadas para vías o para la edificación de hospitales, postas, colegios, comisarias, municipios, plazas y parques.

Los migrantes llegan e imponen sus usos y costumbres. Entre ellas, sus danzas, sus festividades, sus estilos de vida, su arquitectura urbana, sus formas de movilizarse. En suma, arrasan y aíslan a los pobladores oriundos. Los condenan a refugiarse en sus casas, irse a provincias o migrar también a otra ciudad u otro país. 

Producto de ello se multiplica el comercio ambulatorio, florecen los mercadillos, el transporte se torna caótico, escasean los servicios de agua, saneamiento, energía eléctrica, internet, salud, educativo y otros.

En ese estado de anarquía, la delincuencia encuentra un excelente caldo de cultivo. Aparecen organizaciones criminales que invaden y trafican terrenos. Otras extorsionan y cobran cupos. Las más sanguinarias, llegadas del extranjero, asesinan a humildes emprendedores por no someterse a “su ley”.

En estas nuevas configuraciones urbanas el Estado brilla por su ausencia. Igualmente, las autoridades regionales y municipales elegidas en procesos electorales populistas y demagógicos, son un cero a la izquierda, sin principio de autoridad, sometidas a la presión de pseudo dirigentes que, en la praxis, son los gobernantes detrás del trono. Ellos son los expertos en planificación urbana, son expertos en transporte urbano, son expertos en arquitectura e ingeniería, trazan vías, asfaltan calles y avenidas. A punta de marchas obtienen servicios y logran el saneamiento físico legal de invasiones promovidas por ellos.

Así de complicada es la realidad, no solo de Arequipa sino de todas las ciudades peruanas, en costa, sierra y selva; lo penoso es que ad portas de procesos electorales generales, regionales y municipales no se vislumbra una luz al fondo del túnel.

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