Por Sergio Mostajo. Periodista
En los últimos días he oído con frecuencia esta frase, “Que el pueblo decida” o algunas variantes como: “El pueblo debe decidir”, “Se hará lo que el pueblo decida” o, “Haré lo que mi pueblo decida”.
Curiosa y a la vez, cómoda, manera de lavarse las manos, evadir responsabilidades y soplarle la pluma al populorum, respecto de la necesidad de tomar decisiones.
La oí de boca de mandatarios, gobernadores o alcaldes cuando son preguntados sobre algún asunto de estado o política regional y municipal. Pareciera ser una forma de buscar darle legitimidad o, simplemente, ganar tiempo acerca de alguna decisión difícil.
Lo que no parecen entender es que el Pueblo YA DECIDIÓ, al elegirlos a ellos para que tomen decisiones. No se si bien o mal, directa o indirectamente; pero la decisión está tomada, por algo y de alguna manera, ellos detentan el poder y están obligados a decidir.
Me parece irresponsable y a la vez peligroso dejar en manos del pueblo, la toma de decisiones cruciales. Creo más bien, que el haber ganado un proceso electoral, nacional, regional, provincial o distrital, legitima cualquier decisión que tomen, claro, siempre y cuando esta se ajuste al marco democrático y de pleno respeto a la constitución.
En el caso “Tía María” el gobierno central ha tomado una decisión. Debería mantenerla firme, explicar el porqué de la misma y defenderla contra viento y marea. Si no lo hiciera así y da marcha atrás, so pretexto de que “el pueblo no lo quiere y decidió que no vaya”, sería un grave signo de debilidad y sometimiento.
Es de suponer que cuando tomó la decisión de darle la licencia de construcción, sopesó todos los pro y contra. Además de tener un sólido argumento técnico, económico y social.
En este mismo tema, el Gobernador Regional debe mantener su decisión de esperar que el pueblo conceda la famosa “licencia social” al proyecto, eso sería lo coherente. No debe asumir una posición facilista que, hasta aquí, da la impresión de buscar congraciarse con ese sector de la población que hace mucho tiempo han dicho no a la mina y sí al agro.
De igual forma, la población debería actuar de manera proactiva, no dejarse llevar por uno u otro bando. Estar predispuesto a oír argumentos de uno y otro lado, con amplitud de criterio, sin prejuicios.
El pueblo, finalmente, debería respetar la decisión que, otrora y en un proceso electoral, tomó cuando eligió a aquellos ciudadanos para que gobiernen el país, la región, las provincias y los distritos.