Por Sergio E. Mostajo Cuentas. Periodista
Arequipa y todas las ciudades, además de grandes centros poblados en el país, están experimentando un crecimiento urbano anárquico, caótico y desenfrenado.
Los invasores y traficantes de terrenos se han erigido en expertos urbanistas. Ellos deciden dónde y cómo crecen las urbes.
Han impuesto ese crecimiento a fuerza de ocupaciones ilegales de cuanto terreno eriazo haya a la vista. No importa que sean zonas de riesgo; no importa que sean cauces de ríos o torrenteras; no importa que sean cerros o laderas inestables; no importa que sean las faldas de volcanes como el Misti o el Chachani, como ocurre en nuestra ciudad; no importa que sean zonas intangibles o arqueológicas; no importa que sean cabeceras o zonas de amortiguamiento de reservas naturales, como es el caso de Salinas – Aguada Blanca; en fin, nada de eso importa.
Solo importa que estén libres o en “blanco” como suelen llamarlos. Una vez localizada el área abren una oficina en algún lugar del Cono Norte, colocan un llamativo letrero “Se venden lotes con todos los servicios, a pocos minutos del centro, cerca de mercados o malls comerciales”. Y el nuevo poblado tendrá una tentadora denominación “Casa – granja” o “Casa ecológica”.
Por cierto, para engatusar a los incautos clientes, los promotores tendrán cuidado de informar que el proyecto de marras cuenta con partida registral en SUNARP, como “Asociación x”. Pero ojo, no es una partida de propiedad; aunque eso tampoco importa.
El paso siguiente es contratar un pool de ingenieros y arquitectos. Ellos se encargarán de levantar los planos, trazar calles y avenidas, determinar áreas comerciales y zonas residenciales. Al fin y al cabo el papel aguanta todo, porque en la praxis los traficantes, a libre albedrio y unilateralmente, hacen todo ese trabajo.
Paralelamente, abren inscripciones con una cómoda cuota inicial y los padrones de socios se engrosan cada día. Caen tirios y troyanos. Unos saben que es un gran negocio pues a punta de marchas, tendrán agua, luz, pistas y transporte. Y ese lote que les costó, casi nada, pasará a valer mucho dinero. Otros, los realmente necesitados, saben que tendrán que trabajar duro y soportar un sinnúmero de vejámenes para tener la casita soñada.
Empero nada de eso sería posible si los invasores y traficantes no contarán con un aparato legal fuerte. Sobre todo cercano a las autoridades de turno para concretar ese gran e inmenso negocio. Es penoso reconocer que algunos gobernadores regionales y alcaldes provinciales o distritales, junto a funcionarios de mando medio, hacen posible esas ocupaciones ilegales con cuestionados procesos de saneamiento físico legal. Los mismos que terminarán en pomposas ceremonias de reconocimiento, donde esas autoridades, ataviadas con chullos, ponchos y serpentina en el cuello, entregarán resoluciones y títulos de propiedad.
Este proceso es tan perverso que las consecuencias de la inacción gubernamental y la permisividad de malas autoridades se ponen de manifiesto cuando, fenómenos naturales como: terremotos, lluvias fuertes, deslizamientos, huaycos, inundaciones, vientos fuertes y otros, causan grandes desgracias, dejando penosas secuelas de dolor y muerte.
En ese capítulo de este drama, nadie asume responsabilidades. Nadie dice esta boca es mía.
Nadie.