El Ejército israelí intensificó sus bombardeos en Gaza. Esto tras el colapso del alto el fuego de enero, dejando más de 58.300 muertos y 139.000 heridos en nueve meses de guerra. Los servicios sanitarios, al borde del colapso, reportan escasez de medicamentos y agua. Mientras la ONU advierte que el 80% de los centros de salud están inoperables. En tanto, Israel anunció la muerte de un alto mando de Hamas, vinculado a los ataques del 7 de octubre, en medio de un conflicto que sigue sin solución diplomática.
Los números no dejan de crecer. Cada nuevo parte médico en Gaza suma más nombres a una lista interminable de víctimas: 120 muertos en un solo día, 557 heridos, barrios convertidos en escombros. La franja, ya asfixiada por años de bloqueo, se hunde en una catástrofe humanitaria que las organizaciones internacionales califican de «insostenible». Las imágenes que llegan desde el terreno muestran filas interminables de familias buscando refugio entre edificios derrumbados y calles cubiertas de polvo.
Mientras tanto, las FDI confirmaron la eliminación de Muhammad Nasr Ali Kanita, un presunto operativo de inteligencia de Hamas acusado de participar en los ataques del 7 de octubre y de custodiar a rehenes israelíes. Emily Damari, una de las liberadas en enero, celebró su muerte en redes sociales, pero recordó que 48 cautivos siguen en Gaza. «La verdadera victoria será cuando todos regresen», escribió.
En el terreno, la violencia no da señales de amainar. Testigos describen bombardeos cerca de mercados y puntos de distribución de ayuda, donde civiles desesperados buscan comida entre los ataques. Las acusaciones de crímenes de guerra se multiplican: Israel niega atacar deliberadamente a la población, pero las cifras hablan de una escalada sin control.
La comunidad internacional presiona por un nuevo cese al fuego, pero las negociaciones están paralizadas. Netanyahu insiste en destruir la infraestructura militar de Hamas, mientras la ONU advierte que cada hora de combate profundiza el sufrimiento de miles. Gaza, atrapada entre dos fuegos, clama por una salida que parece cada vez más lejana.