En menos de una década, los narcos han invadido tierras de 278 comunidades indígenas en la Amazonía peruana para sembrar hoja de coca. Según un estudio reciente, las mafias operan sin resistencia del Estado, aprovechando la falta de titulación. El resultado: 27 líderes indígenas asesinados y más de 13 mil hectáreas comprometidas por el crimen organizado.
El narcotráfico avanza sin freno sobre los territorios indígenas de la selva peruana. Desde 2018, la superficie afectada por cultivos de hoja de coca en estas comunidades pasó de 4.961 a 13.054 hectáreas. El aumento es del 163%. Las mafias han penetrado en 274 comunidades reconocidas y hasta en cuatro reservas de pueblos indígenas en aislamiento voluntario. La respuesta del Estado ha sido casi nula.
Frente al abandono, algunas comunidades como la Kakataibo han creado sus propias «Guardias Indígenas» para defenderse. La presencia narco no solo implica cultivos ilegales. También construyen pistas clandestinas y trazan nuevas rutas para transportar cocaína. Las consecuencias son brutales: destrucción del entorno, desplazamientos forzados y violencia constante. El informe alerta que estas zonas se han vuelto trampas de muerte.
El problema de fondo es la titulación. Más de 700 comunidades no tienen títulos de propiedad sobre sus tierras. Otras solo poseen contratos de cesión en uso, sin seguridad jurídica plena. Esta precariedad facilita la entrada de criminales y la explotación de recursos. Sin límites georreferenciados ni respaldo estatal, los pueblos originarios quedan expuestos. No hay protección frente al poder del narco.
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Marcelo Odicio, presidente de Fenacoka, lo resume sin rodeos: “Sin titulación no podemos proteger el territorio”. Su hermano, Herlin Odicio, de ORAU, advierte que los intereses económicos bloquean el saneamiento legal. Mientras tanto, los líderes indígenas siguen siendo blanco del sicariato. El estudio concluye que el narcotráfico no es una amenaza futura, sino una realidad que ya somete y destruye comunidades enteras en la Amazonía peruana.