Han pasado siete días desde la desaparición de la alférez Ashley Vargas, de 24 años, y su familia no baja los brazos. La joven piloto desapareció el 20 de mayo durante una misión de instrucción táctica en Pisco, Ica. El avión KT-1P en el que volaba perdió contacto con el radar y, desde entonces, no hay información concreta sobre su paradero. Las autoridades activaron operativos de búsqueda, pero con el paso de los días, estos se han reducido. Frente a esta situación, su padre, Edgar Vargas, decidió actuar por cuenta propia: contrató buzos, organizó brigadas con familiares y amigos, y se instaló en el desierto. Su compromiso es claro: no se irá hasta encontrar a su hija.
El padre de Ashley llegó al desierto a las dos de la madrugada. Con buzos contratados por él mismo, empezó a rastrear la zona junto a un grupo de voluntarios. La búsqueda, dice, no se detendrá mientras no tenga respuestas. “Desde ya te digo que no me voy a mover de este desierto”, declaró visiblemente afectado en una entrevista con Exitosa. “Yo sigo buscando. No voy a perder las fuerzas para encontrar a mi hija”.
La familia denuncia que los esfuerzos oficiales han disminuido con el paso de los días. A pesar de ello, continúan recibiendo apoyo de instituciones como el Cuerpo General de Bomberos. Carlos Huallpa, director de los Bomberos Navales del Perú, informó que desde el último domingo realizan operativos en las playas e islas cercanas a la zona donde desapareció la aeronave, como Panetón y otros islotes de la región.
Las condiciones no han sido fáciles. Las embarcaciones de los bomberos han sufrido daños por algas y rocas, obligándolos a realizar constantes mantenimientos. Aun así, el compromiso se mantiene. “Somos tres bomberos con dos embarcaciones. Regresamos el jueves para mantenimiento y el fin de semana volvemos con seis naves para seguir apoyando”, explicó Huallpa.
Mientras las horas pasan y la angustia crece, Edgar Vargas no se detiene. Él lidera una búsqueda paralela, impulsada por el amor y la desesperación. No se siente solo. La familia, los amigos y algunos rescatistas independientes se han sumado a su causa. En medio de la incertidumbre, su mensaje es uno solo: seguir hasta el final.