En un cañón de Querobamba, Ayacucho, un cóndor andino volvió al cielo con un GPS en la espalda. Se llama “Encanto Querobambino” y es el primer ejemplar monitoreado por satélite en esa región. El dispositivo permitirá seguir sus desplazamientos, diseñar rutas seguras y comprender mejor las amenazas que enfrenta esta especie en peligro. Más que un avance científico, fue una ceremonia que unió tecnología, cultura y espiritualidad andina.
El cóndor fue hallado en abril, intoxicado, en una vivienda local. Gracias al trabajo conjunto del zoológico La Totorilla y autoridades regionales, logró recuperarse. El 28 de abril, ya estabilizado, se le colocó un GPS satelital y una banda alar amarilla con el número 13. Fue la antesala de su liberación en un acto público que mezcló ciencia y tradición.
Ese día, más de 30 personas participaron en la ceremonia. Hubo música, danzas quechuas y un ambiente cargado de respeto. El ave caminó entre los asistentes, trepó una roca y se lanzó al viento. Fue un vuelo corto, pero potente. Era el regreso de un símbolo sagrado, ahora también acompañado por la ciencia.
El rastreador permitirá conocer en tiempo real los movimientos del cóndor y así diseñar estrategias de conservación. Víctor Gamarra-Toledo, director de la Fundación Cóndor Andino Perú, destacó que la tecnología ayudará a prevenir amenazas como envenenamientos, disparos o colisiones con cables eléctricos. Este monitoreo inaugura formalmente las actividades de la FCA Perú, que trabaja junto a investigadores de Arequipa y Argentina.
La población de cóndores andinos en Perú es mínima: el último censo (2022) registró apenas 301 individuos. Las amenazas son múltiples, pero eventos como este ofrecen una señal de esperanza. “Encanto Querobambino ya vuela libre, pero también vuela con nosotros”, dijo Gamarra-Toledo. Su vuelo es un mensaje: proteger al cóndor es también proteger la memoria, la biodiversidad y el cielo que compartimos.