Por: Sarko Medina Hinojosa

A Santiago Medina

Quiera Dios que cuando me muera, recuerden que fui un buen padre, pero no será así; si me recordarán será por mi esposa. Suena raro, pero de no ser por ella ahora no tendríamos nada: ni los taxis, ni la casa y menos los hijos en la universidad.

Yo por mi parte me declaro bruto con «V» mayúscula. Allá en mi juventud mi padre me mandó a la mina y hasta ahora sigo allí. En esos tiempos trabajaba en Orcopampa y, ¡oh sorpresa!, aún sigo allí. Mi vida era monótona y bien borrachosa. Los fines de semana, en los días de recambio, me bajaba al pueblo y allí me metía entre pecho y espalda la mitad de la tienda. Pura caña me gustaba. Allí conocí a mi esposa: Juanita.

Bonita era así con sus trencitas y sus ojos de taruquita que me rehuían. Yo la enamoré con mis canciones, aunque ella jura que fue por lo gracioso que me ponía cuando tomaba. Cuando le pedí para irnos a vivir me mandó por el desvío. Ella quería boda. Yo ya estaba maltón, tenía plata en el bolsillo y «¿Por qué no?», me preguntaba. Ya conté que era medio burro así que no pensé tanto y me casé con ella.

Al principio las cosas no nos fueron tan bien. Yo no calculé que había que alquilarle un cuarto propio y que tendría que dejarla pensionada porque del trabajo en la tienda ya no la querían. Los primeros meses la veía poco y hasta celos me entraron. En una de esas la encontré conversando con un hombre en la puerta de nuestro cuarto y le crucé la cara con una cachetada que hasta ahora me la recuerda. El tipo resultó que era su hermano que vino a verla desde Chuquibamba.

Venía con la noticia de que los padres de mi Juanita ya habían aceptado lo de la boda. Ella ahí recién me contó que estaba embarazada de cuatro meses. Cólera que me dio, pero pensándolo bien y con cervezas de por medio con el hermano, me tranquilicé.

Cuando llegamos a la casa de mi esposa, la fiesta que se armó. Todos me querían, y yo a todos abrazaba, soy burro pero cariñoso. Lo malo es que siempre que tomo se me da por regalar la plata. No me peleo con nadie, pero no sé por qué se me desaparecen los reales del bolsillo.

Me acuerdo que en la visita me gasté más de 200 soles, de los antiguos, casi dos sueldos. Juana estaba enojada conmigo. Así la pasamos un mes con charqui y chuño nomás, aunque he de ser sincero: yo comía en la mina así que no la pasé tan mal. Con el tiempo las cosas mejoraron y el chiquillo que tuvimos creció. A los dos años tuvimos otro y luego dos años después otrito más y para el remate en otros dos años una niña.

Recuerdo que una vez a la menorcita le picó una araña. En esas altitudes no había ni médico y el de la mina se fue de vacaciones a la ciudad. De urgencias nos llevaron en la camioneta del jefe hasta Arequipa donde me la salvaron. Yo por primera vez me lloré y por supuesto me fui a chupar. A la mañana siguiente en el hotel le dije a mi Juanita que se viniera a la ciudad, porque ya el mayor iba a entrar recién a primer año y en la ciudad ya estaría avanzado.

Ella no quería, pero al final es más inteligente que yo y me pidió que esperáramos a que el mayor termine siquiera el primer año para luego venirnos. Durante ese tiempo ella juntó real por real y al final, cuando se vino para acá, puso una tiendita. Dicha sea la verdad, me metía en esos días con otras mujeres, pero siempre le cumplía a mi mujer mandándole la pensión, hasta que ella misma gestionó para que le pagaran la plata allá en Arequipa. Con eso se me acabaron las mujeres, porque ya no tenía plata. Fue mejor.

Cuando salió eso de los beneficios para los que trabajamos terciando tiempo, a mí me dieron la posibilidad de trabajar tres semanas por una de descanso. De esa manera podía llegar y pasarla con mi familia. Pero lo malo es que me iba a tomar todos los días y mi mujer me metía una de mil diablos. Cuando está linda y cariñosa es «mi Juanita», cuando la presento a mis jefes y compañeros es «mi esposa», pero cuando se trata de sacarme de la cantina o de la canchita de fútbol es «mi mujer».

Era bravaza con lo del trabajo. Si es que se me ocurría tomar antes que llegar el carro a las 11 de la noche todos los viernes, el asunto se me complicaba, porque me salía a buscar de donde estuviera para subirme al bus. En el viaje se me pasaba la borrachera y se me prendía la cabeza de ideas de que me iban a despedir y que después no me iba a ir pateando latas de regreso a Arequipa. Creo que ese miedo me salvaba porque disimulaba tan bien que nunca se me notaba.

Me acuerdo de la época en que empezaron a despedir gente en masa, a mí se me entraron ganas de tomar más y más, pero Juanita me controlaba y llorando me subía al bus del trabajo y daba comida al chofer y al supervisor para que no me vendieran. Los compañeros nunca me decían nada y así nadie me descubría y era puntualito. De esa manera me salvé de los despidos masivos. La verdad ahora le agradezco, porque de lo contrario no tendríamos mi pensión y no tendría mi puesto de venta de insumos cerca de la mina. Todo es por ella que me ayudaba.

Y es que yo soy un derrochador del dinero. Cuando me tomo le pido a mi sobrinito que me lleve a pasear, yo le compro helados y comida. Cuando ya estoy mareado me regresa a mi casa y me evita a los amigos que quieren irse conmigo. Mis hijos controlan los cuatro taxis que tenemos, mi hija ve la casa y mi mujer administra el dinero. La tarjeta me la tienen con llave y es mejor. Cuando pido 100 soles me dan 50 y me los tengo que llevar a comer primero. Ellos son mi vida y yo a veces logro comprender por qué soy tan feliz…

Ayer me enteré que tengo cáncer al estómago. El doctor me pidió que le comunique a la familia. Yo no le entendí bien lo de la enfermedad, soy bruto nomás. Creo que no les diré nada, pero sería una deslealtad para con mi Juanita. De todas formas se lo diré; quién sabe, de repente como dice el doctor me puedo curar o de repente me muero, pero sé que ella estará a mi lado, que no me desamparará. La última imagen que quiero llevarme a la tumba es su rostro sonriente con sus trencitas y su mirada que me huía, la imagen de mis hijos riéndose en la mesa familiar de mi casita de dos pisos, la voz de mi nieto llamándome «apa». Esas imágenes quiero llevarme a la tumba porque no sé si me las merezco, o de repente lo único que vea sea la sonrisa de la parca. Al final siempre seré un tonto que lo mejor que pudo hacer en su vida fue casarse con una buena mujer.

You May Also Like

Acusan a jueza de favorecimiento en sentencias judiciales

La magistrada llevó al menos tres controversiales casos. Dos afectados denunciaron su afinidad con los demandados y la acusan de recibir sobornos. Por esto último, el Ministerio Público investiga a la jueza y a su hermana.

El grupo de troles del Gobierno Regional de Arequipa

En un grupo de Whatsapp donde están los guardianes que laboran en obras que ejecuta el gobierno regional, se comparten publicaciones periodísticas y del GRA. El objetivo es que compartan, comenten y apoyen la gestión del gobernador Rohel Sánchez. Y que envíen evidencias.

Cuñada del gobernador Rohel Sánchez labora en el GRA

Maira Paz tiene una hija y convive con Adin Sánchez, hermano del gobernador. Desde marzo del año pasado labora en la sede central del gobierno regional e incluso ya está bajo planillas. Todos los días Adín la lleva en su camioneta hasta la puerta de la sede regional. Por esto, Rohel Sánchez podría afrontar denuncias fiscales por abuso de autoridad, conflicto de intereses o hasta omisión de funciones.

El Papa expulsa del Sodalicio a prorrector y a capellán de la U. San Pablo

El Papa Francisco expulsó a Miguel Salazar y Rafael Ísmodes del Sodalicio por abusos graves. Ambos eran figuras clave en la Universidad Católica San Pablo, lo que genera interrogantes sobre su futuro institucional.