El primer poeta loncco arequipeño nació en el Pago de Tingo Grande, Arequipa, el 14 de septiembre de 1913. Desde temprana edad mostró una fuerte conexión con el campo, lo que marcó profundamente su obra literaria. Tras pasar sus primeros años en las salitreras de Tarapacá (Chile), regresó a Arequipa, donde desarrolló su vínculo con el agro. Su vocación por la poesía surgió entre los 10 y 12 años, y su primer poema, “A mi madre”, reveló su sensibilidad. Participó en actividades teatrales y musicales locales, y en 1941 se trasladó a la selva del Cusco, donde alternó labores agrícolas con su pasión por la escritura. Fue en 1963 cuando consolidó su identidad como poeta loncco, dando vida a versos cargados de lenguaje y costumbres del campo arequipeño.
Reconocido por su estilo costumbrista, ganó notoriedad al triunfar en un concurso de poesía organizado por Canal 6 de Arequipa, siendo bautizado por el diario El Pueblo como “El Poeta Loncco”. Su obra encontró eco en radios, instituciones culturales y escenarios internacionales, como en Iquique (Chile), donde fue ovacionado. Su legado culmina con el poemario Poemas Lonccos Arequipeños, una recopilación de su visión poética del paisaje y la vida rural mistiana. Lamentablemente, falleció el 29 de mayo de 1975, mientras se preparaba la publicación del libro, el cual sería editado póstumamente en 1976, consolidando su lugar en la tradición literaria de Arequipa.
AMOR OFENDIDO
Ya no hay amor, todo es engaño
fueron promesas las que me hacías,
burlándote de mí, me has causado daño
abriéndome una herida, que sangra noche y día.
Hoy vivo triste y huérfano del amor
de una infame mujer, que cruel me engaño
jugando con mi vida, sin tenerme compasión
dejándome atormentado y lastimado el corazón.
Ya no hay amor, todo es engaño
todo es falsía, todo es interés
todo es traición, todo es villanía,
esto es lo que albergas en tu pecho mujer.
Llevas en tu pecho ese remordimiento
que tu conciencia, acusa la negra falsedad
vivirás arrepentida por tu mal proceder
alimentada de mentiras, ¡oh fatídica mujer!
Irás por tu camino, recordando la felonía,
sabiendo que eres culpable de mi vida entristecida;
pero no hallarás sosiego, mientras yo esté vivo
y cruzaremos juntos, la ruta del destino.