La madrugada del miércoles dejó tras de sí un encuentro prolongado entre delegaciones rusas y estadounidenses, marcado por la presión europea, la inquietud ucraniana y un clima de desconfianza alimentado por filtraciones previas. Aunque Moscú reconoció avances parciales y un ambiente “productivo”, ni Vladimir Putin ni los enviados de Washington consiguieron sellar acuerdos sobre el futuro de los territorios ocupados en Ucrania, lo que obliga a ambas partes a mantener abiertas las conversaciones.
Las conversaciones, iniciadas el martes a las 19:40 hora local, transcurrieron en un Kremlin cargado de expectativas y con observadores internacionales atentos a cualquier señal. Steve Witkoff encabezó la delegación estadounidense junto a Jared Kushner, mientras Putin recibió apoyo de sus asesores Yuri Ushakov y Kiril Dmitriev. El gesto de llevar una intérprete buscó corregir fallos de encuentros previos, un detalle que no pasó desapercibido en un ambiente ya condicionado por tensiones acumuladas.
Durante la cita, Putin puso sobre la mesa la cuestión territorial, criticó aspectos del plan impulsado por Washington y, al mismo tiempo, aceptó buena parte de sus lineamientos. Aun así, tanto Moscú como Estados Unidos optaron por mantener bajo reserva el contenido preciso de la discusión. Ushakov comentó después que los avances fueron “parciales” y que el trabajo por delante es considerable. El emisario ruso también reveló que Putin envió un saludo político a Donald Trump, condicionado a que sus equipos sigan avanzando antes de una posible reunión entre ambos mandatarios.
El silencio posterior al encuentro reforzó la idea de cautela. Dmitriev apenas compartió un mensaje breve en X, mientras Witkoff regresó de inmediato a la embajada estadounidense sin hacer declaraciones. La reunión quedó envuelta además en la sombra de filtraciones previas entre Ushakov y Witkoff, y en el contexto de consultas paralelas de Washington con Kiev, París y funcionarios ucranianos que buscan no quedar relegados en cualquier propuesta de paz.
A la par de estas negociaciones, Europa presionó para que sus preocupaciones influyan en cualquier marco de acuerdo, mientras el plan inicial de Trump —criticado por favorecer a Moscú— se revisa sin que trasciendan los cambios. Desde Kiev, Volodimir Zelensky pidió señales claras antes de avanzar y recordó que sólo negociará si hay opciones de decisiones rápidas y de fondo. En paralelo, el cruce de versiones sobre la supuesta toma rusa de Pokrovsk volvió a evidenciar que, pese a los esfuerzos diplomáticos, la realidad en el frente sigue moviéndose con fuerza propia.



