Aunque cada año la minería formal inyecta miles de millones a las regiones, los resultados son decepcionantes: colegios inconclusos, hospitales sin equipamiento y carreteras sin asfaltar. Hasta agosto, solo cuatro de cada diez soles del canon y regalías se invirtieron en obras. A ello se suma el lastre de la evasión tributaria de la minería ilegal, que en 2025 privará a los gobiernos subnacionales de más de S/ 2 600 millones. El dinero está, pero no llega a los ciudadanos.
El Ministerio de Energía y Minas informó que en lo que va del 2025, los gobiernos regionales y municipales recibieron S/ 8 340 millones en canon y regalías. Áncash, Arequipa, Tacna, Moquegua, Ica y Apurímac fueron los principales receptores de estos recursos, destinados por ley a financiar infraestructura en salud, educación y agua potable. Sin embargo, un análisis del Instituto Peruano de Economía (IPE) evidencia que el flujo de dinero no se traduce en desarrollo.
La paradoja es que mientras más fondos reciben los gobiernos subnacionales, menos gastan. La falta de capacidad técnica en 65 % de las municipalidades para formular proyectos, sumada a la alta rotación de funcionarios —los gerentes duran en promedio diez meses en el cargo—, explica gran parte del problema. El resultado: apenas cinco regiones lograron invertir más de la mitad de sus recursos; en cambio, Áncash y Junín apenas ejecutaron un tercio de sus presupuestos.
Y cuando se ejecuta, muchas veces se gasta mal. El caso de Yarabamba, en Arequipa, ilustra la desconexión entre inversión y necesidad. Allí, un distrito de 2 000 habitantes levantó un estadio para el doble de su población, mientras los vecinos carecen de agua y desagüe. Entre 2015 y 2024, se dejaron sin gastar S/ 43 500 millones, suficientes para construir 553 Escuelas Bicentenario, 8 700 centros de salud o financiar programas sociales como Pensión 65 y Juntos.
El panorama se agrava con la evasión tributaria de la minería ilegal, que en 2025 restará S/ 2 600 millones al canon nacional. Apurímac dejará de percibir S/ 213 millones, Arequipa S/ 450 millones, Puno S/ 460 millones y Madre de Dios S/ 240 millones, entre otros. Así, las regiones pierden por partida doble: no gastan bien lo que tienen y dejan de recibir lo que les corresponde. Mientras tanto, los ciudadanos siguen esperando hospitales, escuelas seguras y carreteras transitables que nunca llegan.